El pueblo tiene derecho a exigirle a sus líderes
Atiendo primeramente el elefante en la habitación.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Por María Mayita Melendez / Alcaldesa de Ponce
Me dirijo a ustedes, nuevamente en medio de un escenario de desastre y como siempre con el corazón en la mano y la frente en alto. A veces en la política se quiere presentar una imagen de infalibilidad... convirtiendo a los políticos en figuras míticas... algunos héroes, otros villanos... y en el proceso se pierde la realidad de nuestra humanidad. Somos imperfectos. En mis años como funcionaria pública les puedo asegurar que la gran mayoría de las personas envueltas, de todos los partidos, son personas buenas, con buenas intenciones; aún con estas imperfecciones. Más aún, distinto a lo que muchos piensan, trabajamos juntos por el pueblo. En ese proceso incluyo a gran parte de las personas que están levantando su voz en protesta. No solo les reconozco ese derecho sino que reconozco que tienen un papel crítico. Claro está, no soy ingenua y reconozco que hay gente, tanto dentro, como fuera del gobierno, que se aprovecha de este tipo de eventos y de las preocupaciones del pueblo para fines personales, políticos y de maldad. No obstante, el pueblo tiene derecho a exigirle a sus líderes que respondan a sus inquietudes. Es precisamente este el propósito de este escrito.
Atiendo primeramente el elefante en la habitación. Rechazo tajantemente las insólitas teorías de conspiración que algunos tratan de promover. No solo son incorrectas, sino ilógicas. Tan solo considerarlas necesariamente requeriría argumentar que no solo yo, sino también nuestros empleados, le escondimos recursos a nuestros propios familiares y que gastamos tiempo y recursos para buscar bienes en Cabo Rojo; maliciosa e innecesariamente. La mera sugerencia de que las gestiones se han realizado de mala fe es indignante. Me reitero, aceptamos la crítica, las recomendaciones, pero no las insinuaciones que pretenden impugnar nuestro carácter y buena fe.
Cada crisis es particular. Aún sin recuperarnos completamente de María, en medio del proceso de reconstrucción, enfrentamos este nuevo desastre cuya, naturaleza e impacto son diametralmente distintos. Desde el punto de vista gubernamental, comenzamos a implementar muchos de los protocolos y procesos desarrollados con posterioridad a María por primera vez. Reconozco que algunos de los procesos, si bien pueden ser teóricamente adecuados, requieren repensarse. Uno de estos aspectos es la comunicación y coordinación entre las distintas ramas gubernamentales y la sociedad civil. No solo en términos de esfuerzos sino también de las normas aplicables. Ahora bien, esto no puede descartar el esfuerzo incansable y sacrificado de miles de ciudadanos y funcionarios públicos en beneficio del pueblo.
Distinto a María, a poco tiempo de los huracanes la gran mayoría del pueblo tenía acceso a servicios básicos, los sistemas de salud estaban funcionando y gran parte de la empresa privada restableció sus operaciones. La frecuencia de los temblores, los que permanecen hasta hoy, han sido uno de los retos principales. Por ejemplo, se inspecciona y certifica una propiedad para su uso y a las horas hay que dejar sin efecto la certificación porque no es válida ante los nuevos eventos sísmicos. El problema logístico de esto no se puede minimizar. Por otro lado, la entrega de suministros se ha complicado para un sector de la población que ha optado por refugiarse en áreas públicas que no están certificadas o inspeccionadas y donde existen grandes limitaciones e impedimentos legales para proveer ciertos recursos solicitados. También hemos tenido que trabajar con personas que lamentablemente se aprovechan del evento para abandonar a familiares, particularmente envejecientes, en los refugios. Que quede claro, entendemos las preocupaciones y la carga emocional de estas personas que son las mismas nuestras que también enfrentamos estos sismos. Yo también me estremezco cada vez que la tierra tiembla.
Los empleados y funcionarios del Municipio, algunos que han sufrido directamente los embates de este desastre, han dado todo de sí, con la mayor buena fe. Realmente son los héroes que pocas veces son reconocidos. A ellos mis respetos, agradecimiento y admiración. Igualmente agradezco y reconozco a la sociedad civil por demostrar, como siempre, el gran corazón de nuestro pueblo.
Seguimos en nuestra gestión, con sensibilidad y con el mismo ímpetu de siempre. Reconocemos los desaciertos en eventos nunca antes vividos y aprendemos de ellos. Ese proceso es constante. María y los Terremotos nos han sacudido fuerte, pero nuestros cimientos son inamovibles. Vine a servir a mi gente y unidos nos vamos a recuperar como lo hemos hecho en el pasado. ¡Ponce es fuerte!
Colaboradores de diferentes sectores de la sociedad puertorriqueña analizan sucesos noticiosos al estilo de Primera Hora
Columnista invitado
Espacio de opinión sobre temas noticiosos y de interés para el País.