“Tú no me dijiste eso”, “¿Tú vas a dar el examen hoy?”, “¿A qué hora es que tú llegas?”... Esas son algunas de las frases más comunes que niños y jóvenes estudiantes utilizan para con nosotros, sus profesores, traspasando cualquier línea de respeto o deferencia. Algunos podrán concluir que tutear a los educadores facilita a tender un puente más estrecho y crea una relación más directa e informal entre los profesores y los estudiantes. Sin embargo, es importante hacerle entender a las nuevas generaciones que el profesor y el estudiante no son colegas ni pares; por ende, hay dos niveles diferentes que deben marcarse con el uso del usted.

La esfera educativa ha sufrido grandes transformaciones los pasados años. No en balde, el cambio generacional ha obligado a la transformación de múltiples prácticas de enseñanza para conectar con los estudiantes de manera más cercana, en tiempos en los que recibir instrucción no es necesariamente la experiencia predilecta de muchos. Sin embargo, la ausencia del trato deferencial tú en las instituciones educativas está propagándose más rápido que lo que pudiera admitirse, al punto en que muchos de los estudiantes desconocen con quienes sí y con quienes no deben usar el tú o el usted.

Retomar el uso del usted no debe verse como un afán por lo antiguo, o la articulación de un trato pasado de moda; todo lo contrario: es la base para poner límites y entender los roles, sin importar el nivel académico. Establecer que un estudiante se dirija a su profesor con el usted no debe ser visto como la construcción de una barrera natural, sino como un cimiento sobre el cual se construirá una relación de respeto y deferencia que en nada ha de minimizar la estima y la empatía que se pueda generar. Sociólogos como Antonio López aluden a que “si perdemos el usted, perdemos una percepción de realidad pues el tuteo no es sinónimo de que los tuteados están más próximos. El usted proporciona un reconocimiento del valor y la dignidad del otro, la jerarquización y las diferencias”. Como sociedad hemos claudicado ante muchas cosas, por aquello de fluir con las tendencias y ser abiertos a los cambios, sin embargo, el tuteo nuestro de cada día tiene manera de frenarse y corregirse con la visión de conservar formalismo que modela respeto.