Nelson D. Cruz Bermúdez, PhD Neurocientífico y Catedrático Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

En un abrir y cerrar de ojos, la tecnología y el internet diversificaron la capacidad humana de interacción social. Por ejemplo, utilizamos más de dos horas diarias leyendo, comentando o compartiendo “memes” en las redes. Los memes de internet que compartimos por Facebook y otras aplicaciones son en realidad imágenes, textos o vídeos con humor, o sarcásticos, que replican nuestras experiencias socioculturales.

Usamos memes para compartir alegrías y tristezas, intercambiar información y conocer a otras personas. Dicha interacción virtual requiere la activación de regiones cerebrales involucradas en atención, flexibilidad cognitiva y memoria, considerando por qué, cuándo y con quiénes compartimos memes. Las razones para compartir memes varían de persona en persona y no todos respondemos de igual forma a los mismos memes.

La estudiante Eva Hernández Cuevas, del programa de psicología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, desarrolló una investigación para explorar las razones por las cuales solemos compartir memes. Utilizamos un cuestionario electrónico que contenía preguntas sobre el uso de memes, bienestar psicológico y estrés. Más de 250 personas, principalmente estudiantes universitarias, contestaron el cuestionario y la edad promedio de la muestra fue de 25 años.

Encontramos que casi una tercera parte de los encuestados comparte memes con la intención de divertirse. Aquellos con altos niveles de estrés y menos bienestar psicológico, se auto-identificaron con memes que tienen contenido de salud mental. Los encuestados más jóvenes fueron los que más comparten memes relacionados a salud mental. Es posible que haya surgido una tendencia a compartir memes asociados a la salud mental entre adultos jóvenes puertorriqueños como un mecanismo para liberar tensiones y estrés.

En 1976, Richard Dawkins acuñó el término memes para nombrar esas unidades de información cultural que hemos propagado socialmente de diferentes maneras. Más reciente, el documental “The Social Dilemma” de Netflix revela cómo los medios sociales se han integrado a nuestra forma de vida actual, incluyendo el intercambio de memes. Las redes sociales y aplicaciones son herramientas digitales que hemos “instalado” en nuestro cerebro y mente. Por tanto, el uso de medios sociales puede modificar nuestras emociones, motivaciones y comportamiento.

Resultaría interesante explorar a profundidad la interrelación entre el sistema nervioso y los medios sociales en futuras investigaciones interdisciplinarias.