Mientras el mundo evoluciona y apuesta a cada día ser mejor, la falta de interés y divisiones políticas nos retrasan cada vez más…

Me levanté con la noticia del cierre permanente de lo que ha sido tu casa durante los últimos 34 años, el Zoológico de Mayagüez. Tuve el placer de visitarte, conocerte, leer tu historia y hasta ayudar a tu cuidador a alimentarte (bueno, al menos a cargar la comida hasta la jaula), cuando vivía en el oeste y me dieron un trabajo de verano en el parque…

Te pido perdón, porque a pesar que tú, junto a tus otros compañeros animales cumplían diariamente con “el trabajo obligado” de divertir a los cientos de visitantes al parque diariamente, ninguno de nuestros líderes tomó la iniciativa de crearles mejores espacios donde no se sintieran en una cárcel llenas de barrotes y pudieran caminar con mucha más libertad y calidad de vida.

Los animales nunca han debido estar encarcelados en el mundo, pero lamentablemente ya existen miles de ellos adaptados a ser criados en cautiverio y soltarlos a la vida silvestre sería matarlos, porque no sabrían sobrevivir en la naturaleza. Por eso se crean y son importantes LOS SANTUARIOS… y puede ser que ahora, a lo mejor, salgan dos o tres líderes a decir que alguna vez presentaron propuestas y todas esas cosas para sacar ventaja con la situación, pero al final del día nunca sucedió, ni se creó nada.

Me imagino que te preguntarás por qué en los últimos 5 años y medio no has podido tener visitas como acostumbrabas en el parque… tal vez hasta te has puesto a pensar si hiciste algo malo y la gente te dejó de querer… pero quiero que sepas que no es así. En Puerto Rico te aman y hasta han luchado para que tengas una mejor calidad de vida. Te cuento que personas se han ofrecido a cuidarte y aunque quisiera darte una respuesta, lo cierto es que acá afuera tampoco hemos sabido las razones por las cuales el zoológico no ha estado abierto al público.

A lo mejor me tilden de loco de estar escribiendo una carta a un elefante, pero es la manera que tengo de expresar mi frustración e indignación sobre lo que se pudo haber creado y nadie quiso trabajar. Mis sentimientos son encontrados porque, aunque estoy feliz de que tengo la esperanza que estos animales ahora estarán mejor cuidados, estoy triste porque realmente perdimos la oportunidad de demostrar que podemos hacer la diferencia. Mis respetos a los cuidadores que doy fe del sacrificio de hacer más con menos.

Mundi, me despido agradeciéndote porque a tu edad, condiciones de salud y pocos (muy pocos) recursos, te has mantenido de pie, entreteniendo a todos los niños, adultos y abuelitos que se emocionaba al verte caminar, jugar con la bola de soccer o darte un chapuzón en la piscina.

Cuídate mucho y ahora es tu turno de disfrutar de una mejor calidad de vida, que aquí no supimos o no hubo el interés en darte lo que te mereces.

PS. No te creas que nos vamos a olvidar de ti. Estoy seguro que antes de trasladarte, aquí vamos a estar pendiente al lugar que te llevarán y, si encontramos que no es lo mejor, estoy seguro que alzarán las voces para protegerte. ¡Cuenta con eso!