Por: Joshua Manuel Bonet, estudiante Graduado de Ciencias Políticas

Todas las personas que creemos en la equidad continuamos trastornados tras la muerte del ícono feminista, la jueza Ruth Bader Ginbusrg.

Después de casi tres décadas como juez asociada, RBG falleció el viernes. Fue una voz distinguida en la Corte Suprema y una firme defensora de los derechos civiles y de las mujeres.

Donald Trump se comprometió a nombrar a los jueces de la Corte Suprema Federal que revocarían la decisión de Roe vs. Wade durante su campaña presidencial de 2016, y muchos temen que llenar el escaño de Ginsburg con otro juez conservador podría convertir su promesa en una realidad.

Una de las principales candidatas para ocupar el escaño de la Corte Suprema que quedó vacante por la muerte de RBG es una jueza federal de apelaciones que se ha establecido como una conservadora confiable en temas como el aborto. Amy Coney Barrett es aclamada por sectores conservadores religiosos y de derecha como una heredera ideológica del ilustre conservador Antonin Scalia.

Expertos del derecho argumentan que las opiniones legales de Coney Barrett están muy influenciadas por sus creencias religiosas. Por ejemplo, sus posiciones sobre el aborto emanan de sus fuertes creencias religiosas. En 2002, se incorporó a la facultad de su universidad católica. En ese momento, compañeros educadores se opusieron activamente a las ideas de secularización, y especialmente a la decisión de Roe v. Wade de 1973 de la Corte Suprema. Coney Barrett está en record puntualizando que “la vida comienza en la concepción” y su opinión sobre Roe v. Wade es que solo consiguió “crear a través de una orden judicial un marco de aborto bajo demanda”.

Joshua Manuel Bonet
Joshua Manuel Bonet (Suministrada)

Tememos que su ascensión al tribunal más alto de la Nación pueda llevar a una reducción de los derechos al aborto, la igualdad LGBTT y los derechos al voto de poblaciones vulnerables.

También reemplazaría a la jueza más conocida por luchar por los derechos y la igualdad de la mujer. Teniendo como marco de referencia el legado de Ginsburg defendiendo los derechos de las mujeres y elevando iniciativas de justicia social, Trump se opondría precipitadamente a su legado al nombrar a Coney Barrett.

Según la organización Human Rights Campaign, Coney Barret se ha posicionado en el lado conservador en múltiples issues: defendió a los disidentes de la Corte Suprema en el caso histórico de igualdad de matrimonio de Obergefell v. Hodges, cuestionando el papel de la corte en la decisión del caso; argumentó que las protecciones del Título IX no se extienden a los estadounidenses transgénero, y afirmó que es una “tensión en el texto” llegar a esa interpretación; se dirigió utilizando los pronombres equivocados a personas trans, refiriéndose a las mujeres transgénero como “hombres fisiológicos”, al momento que arrojaba dudas sobre los derechos de las personas trans. Finalmente, se negó a volver a atender un caso de segregación racial.

Su nombramiento sería un peligro para la justicia social. Peor aún, representaría un atraso frente a muchas batallas que han dado considerables líderes y lideresas a lo largo de la historia como lo fue RBG. Quizás ya hemos perdido esta batalla. Es por esto que, en noviembre, es tan importante un voto a favor de Joe Biden.