Por Yessenia Rosado / Neurocoach

Todos hemos estado ahí. Ese comienzo de la relación es hermoso. Solo se ve y se muestra lo mejor de cada cual. Llueven los detalles, los halagos, las largas conversaciones telefónicas, en fin, la etapa de enamoramiento que puede llevarte a idealizar, hasta ver como alguien perfecto a esa persona que estás conociendo. ¡Por fin, llegó esa persona soñada! Nos revolotea la mente de día y de noche.

De momento, no sabes qué pasó, algo cambió. Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual y todos los días la cifra aumenta. La falta de comprensión, tolerancia y la falta de valores son características inequívocas de un o una maltratante. La violencia de género se ha logrado infiltrar de tal manera en nuestra sociedad, que hemos llegado a aceptarla y convivir con ella. De alguna manera, la hemos socializado.

La violencia de género tiene diferentes tipos de manifestaciones, pudiera comenzar con un gesto, un insulto o una demostración de querer ejercer control sobre la pareja. Las señales están ahí, pero el inconsciente se las ingenia y se encarga de obviarlas para ver solo lo que se desea ver.

La mayoría de las veces, la víctima confunde y justifica la necesidad de poder y control de su pareja con celos inofensivos y amor. Si bien es cierto que cada ser humano tiene su propio modelo de mundo, que parte de su crianza, de sus valores y de otros factores, nada justifica la acción de maltratar y pisotear la dignidad de otro ser humano.

Si alguien que conoces te confiesa que vive dentro de una relación de violencia, es importante que la hagas sentir en confianza y seguridad para que comparta contigo la experiencia que está viviendo. Aclaremos algo importante, la víctima no permanece en esa relación porque le gusta que la maltraten, tampoco está ahí porque es masoquista ni por razones frívolas que escuchamos que se repiten sin adentrarse en las verdaderas razones.

Cuando una víctima es expuesta a demasiada violencia dentro de su relación de pareja, termina aceptándolo como parte de su vida y su psiquis la lleva a tal estado de indefensión, que le hace creer que no es posible salir del patrón del maltrato.

Para poder ayudar a una víctima de violencia de género, se debe ser muy empático, no juzgarle, ser parte de su grupo de apoyo. El fantasma de la violencia de género se apodera de la víctima y la mantiene en un ciclo del cual no puede salir sin ayuda.

Este patrón de violencia tiene fases. La primera acumula tensión y la víctima permite que el agresor controle todo, con la esperanza de que el patrón de maltrato va a cambiar. En la segunda fase, comienza el abuso emocional y/o físico. A esta fase se le conoce como fase de maltrato agudo, en la cual las agresiones van escalando. Si la víctima reacciona, es en esta fase donde buscará ayuda para salir de la relación. De lo contrario, pasará a la tercera fase, que es la de reconciliación, en la cual se perdona al agresor debido a las promesas de no volver a agredir y a su “arrepentimiento”.

Lamentablemente, este ciclo reiniciará con todas sus fases, incluyendo muchas veces un desenlace fatal. A muchas víctimas se les hizo tarde. No creyeron que su pareja fuera capaz de tanto. Por eso hoy, por ellas, por ti y por todas, pongamos un alto a la violencia de género. ¡Busca ayuda!