Esta es una carta abierta a los que nacimos, más o menos, entre 1965 y 1980. Estamos aquí de protagonistas y espectadores. Somos los hijos de los “baby boomers”.

Reconocemos que nuestros padres construyeron el mundo y el Puerto Rico moderno de hoy, pero sabemos también que “sin querer queriendo” acapararon toda nuestra vida política, social y económica, convirtiéndonos en la mal llamada “generación holgazana”. Somos “Generation X” y según mi maestra de estudios sociales de noveno, debemos entender el pasado para comprender el presente y planificar el futuro.

Somos los mejores, rebeldes desde chiquitos, pero tenemos alguito del espíritu conservador de nuestros padres. Somos capaces de ser justicieros, peleones y ridículos todo en un mismo día, pero todavía decimos bendición y buenos días, sentimos vergüenza ajena y lloramos el 31 de diciembre. Somos una versión mejorada de los “boomers”, menos estrictos y quizás más creativos y arriesgados que ellos.

Crecimos análogos, sin internet, celular, ni Spotify. Sabemos sobrevivir sin luz, acampar sin agua, maquillarnos mientras guiamos y usar una media cuando no hay papel. Nos criamos jugando al escondite, con “rajas” de cabezas, corriendo bicicleta, escuchando salsa y rock en la radio y en casa de abuela los domingos. Pero somos tan buenísimos que nos adaptamos a los cambios tecnológicos de los últimos 30 años y ahora tenemos Facebook, Instagram y OnlyFans. Estamos orgullosos de ser “Generation X” hasta que miramos a nuestros hijos e hijas y nos preguntamos, ¿qué pasó aquí?

Pues, resulta que los “baby boomers” nos enseñaron solamente una receta de vida: estudio, trabajo, familia y retiro. Ése es el sistema operativo que gobierna la mente de nosotros la Generación X. Ante lo duro que fue crecer entre cocotazos, expectativas sociales altas y eventos mundiales trascendentales, quisimos dar a nuestros hijos todo lo material y emocional que no gozamos cuando éramos niños y adolescentes. Y es así que le damos la bienvenida a nuestros hijos e hijas, los famosos “Millennials” (Gen Y) y la Generación Z, o simplemente, Gen Z.

Nuestros hijos crecieron en la era digital de multimedios con email, video juegos, chats, YouTube y, más reciente, con la mentoría de las aclamadas celebridades de internet, conocidas también como “influencers”. Los “millenials” y Gen Z crecieron con toda la ayuda psicológica, educativa y tecnológica de la tutora y de su ayudante especial, del entrenador, del masajista y de la instructora de yoga. Casi todo lo anterior está disponible 24/7 en computadora, laptops, tabletas, celulares y relojes de mano gracias a sus padres, la Generación X.

Creo que el problema es que seguimos empujando nuestro programado mental de estudiar mucho y trabajar sin descansar para tener una vida plena y exitosa. Como profesor universitario, escucho las historias de terror de “milenarios” y “zoomers” por las cantaletas de sus madres y padres -nosotros- sobre terminar una carrera, la vagancia, el bendito teléfono, el significado de la vida, la inmensidad del universo y quien sabe qué más. Suena gracioso, pero somos intolerantes en ese sentido y al final emerge nuestra naturaleza cínica, terca y conservadora.

El rumbo de vida lineal y secuencial que tuvo sentido para nosotros no necesariamente es la única ruta en el mundo actual. ¿Qué hacemos entonces? Reconocer y aceptar que la historia ahora es otra. Que es hora de atender nuestra calidad de vida y disfrutar a plenitud lo que construimos como generación a nuestra manera. Es tiempo de ejercitarnos y cuidar de nuestra salud, pasarla bien y dormir lo necesario, sin olvidarnos de bailar, chinchorrear, comernos la carne frita con mofongo y ofrecerle lo mejor a nuestros padres e hijos porque al final siempre somos y seremos, ¡Generación X!