Carlos Bosque Casillas.
Carlos Bosque Casillas. (Suministrada)

¿Crees que los virus son organismos vivos? Tal vez te han dicho que los virus no tienen vida. Pero, contrario a lo que nos han enseñado, no hay un consenso dentro de la comunidad científica sobre la clasificación de los virus. Es un tema que aún se debate. Esa polémica surge del hecho de que los virus comparten muchos atributos con los organismos vivos. Un virus tiene código genético, es capaz de reproducirse y evoluciona. Es por estos atributos, de hecho, que han surgido todas las variantes del coronavirus.

El coronavirus, como cualquier organismo vivo, se adaptará a su entorno. Su código genético cambiará con el tiempo, generando mutaciones que pueden darle una ventaja. La acumulación de varias mutaciones resulta en las variantes. Cada variante tiene unas mutaciones características que la distinguen de otras variantes.

Las variantes que más nos preocupan tienen cualidades que las hacen más peligrosas. Delta y Alpha son más infecciosas, por ejemplo. Pero hay habilidades peligrosas que el virus puede adquirir con el tiempo que aún no se han identificado. Es posible que el virus genere la capacidad de evitar detección por pruebas moleculares (PCR). También es posible que el virus desarrolle la habilidad de evitar significativamente la respuesta inmune generada por vacunas.

Así que está claro: estamos en una carrera en contra de las variantes. Pero el virus tiene una desventaja en esta carrera: el proceso de mutación es lento. Esto nos brinda la oportunidad de poder identificar las variantes antes de que se rieguen de manera descontrolada en una población. Esto se logra mediante una estrategia llamada vigilancia genómica. La vigilancia genómica busca identificar (o secuenciar) el código genético de los virus que están infectando a una población. Mediante la vigilancia genómica podemos identificar variantes conocidas y nuevas que presenten un riesgo. Por esto urge establecer un programa robusto de vigilancia genómica dentro del Departamento de Salud.

Hasta el momento, en Puerto Rico se están secuenciando algunas muestras positivas al coronavirus, de manera aleatoria. Esto es un paso a la dirección correcta, pero un programa de vigilancia genómica envuelve mucho más que secuenciación aleatoria. Es esencial que se integren los programas municipales de rastreo de contactos (SMICRC) en un programa de vigilancia genómica. Estos programas son los que podrán identificar brotes peculiares (entre gente vacunada, por ejemplo) que deben ser investigados mediante la vigilancia genómica. También podrán identificar a pacientes infectados con variantes que no responden de manera óptima a los tratamientos médicos disponibles para el coronavirus. Esta información se compartiría con el paciente y su médico. Como ves, al integrar la vigilancia genómica y SMICRC, el beneficio es colectivo e individual.

Todos queremos volver a la normalidad. Para lograr esto necesitamos sistemas de prevención como la vigilancia genómica. Hasta el momento, solamente llevamos reaccionando a los problemas mientras surgen. Si nos enfocamos en prevenir, en vez de meramente reaccionar, podemos ganar la carrera contra las variantes y retomar nuestra libertad.