Por Lcdo. Nelson Rodríguez Vargas / Comisionado alterno del PPD

“Jóvenes, haced política. Porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros. Y, probablemente, contra vosotros”, José Ortega y Gasset.

El peligro de desentenderse de los asuntos públicos y caer en la apatía por existir algunos malos ejemplos en la política, es lo mismo que dejar que otros decidan por tí. Y cuando otros deciden por tí, pasa lo que sucedió en el Verano del 19, donde tuvimos que sacar, por medio de protestas pacíficas, lo que pudimos haber evitado en las urnas por medio del voto.

Nosotros(as) los jóvenes, esos que nos definimos como la generación del “yo no me dejo”, tenemos la responsabilidad de optar por una historia diferente que no cometa el error que cometieron los votantes en el 2016. Ejercer el voto, además de ser un derecho, es una responsabilidad, y nos costó mucho poder adquirirlo.

La política se encuentra presente en todos los aspectos de nuestra vida. Todos(as) hemos participado de una manera u otra. Hemos participado en política, desde que escogimos la directiva de una clase graduanda o grupo social, o desde que hacemos un grupo en “WhatsApp” entre amigos para discutir y seleccionar a dónde vamos a salir este fin de semana o cuál vehículo comprar. Este sencillo ejemplo, es un proceso político de selección, y el que no participe tiene que aceptar la buena o mala decisión de los que sí participaron.

El sector que menos participa de la selección de nuestros gobernantes, somos los(as) jóvenes. ¿Cómo no ejercer un derecho tan fundamental que no todos(as) en el mundo tienen, y que te brinda la oportunidad de tener el mismo poder que los demás? El ejercicio del voto es el único derecho en el cual tú decisión tiene el mismo peso que el de los(as) demás. El voto de Jessica tiene el mismo peso que el de Luis; y el voto de Juan tiene el mismo peso que el de Ana. El ejercicio del voto es el único momento, donde el voto del rico o del pobre, del blanco o del negro, de la mujer o del hombre, del joven o del envejeciente, tiene el mismo valor.

El cuatrienio pasado tuvimos una persona que hizo hasta lo indecible por convencer que el problema en Puerto Rico son los partidos políticos, y hoy día, de forma contradictoria se inscribió y pertenece a un partido político. Entonces, ahora la retórica es que el problema no son los partidos políticos, sino los demás partidos en el que ella no milita. Repudiemos ese artimaña, al final del día, pretendió engañar al pueblo para tratar de ganar las elecciones, es decir, para que tú no decidieras por tí mismo.

Los partidos políticos son buenos o malos en la medida que las personas que militemos en ellos seamos vehículos de transformación social. Los partidos políticos no tienen una personalidad distinta de las personas que militan en ellos. Frustrarse y desentenderse no es el camino.

Si de veras somos la generación del “yo no me dejo”, pues no dejemos que decidan por nosotros(as). Yo seleccioné al Partido Popular Democrático, ya que a pesar de sus errores y virtudes, de sus críticas infundadas y algunas fundadas, después de un análisis objetivo y sin animosidad alguna, representa el mejor y el único vehículo posible para el buen gobierno. Analízalo tú también.

Más allá de pensar que los jóvenes somos el futuro, el Verano del 19 nos demostró que somos el presente. “En la vida hay algo peor que el fracaso: no haber intentado nada”, Franklin D. Roosevelt.

Déjate sentir. Este próximo martes, 3 de noviembre, acude a las urnas y utiliza el poder de votar por aquellos que mejor te representan. Juntos terminemos lo que comenzamos en el Verano del 19.