Existen tres actividades que nos unen poderosamente como pueblo: el arte, los eventos para recaudar ayudas y el deporte.

En los pasados Juegos Centroamericanos y Panamericanos, Puerto Rico cerró filas con nuestros atletas en cada una de sus participaciones principalmente en el béisbol, boxeo y tenis de mesa. Y aún en las derrotas nuestros atletas recibieron el aplauso del soberano.

En esos días de competencia no habían afiliaciones políticas, diferencias religiosas, económicas ni sociales. Éramos todos puertorriqueños.

Recientemente vimos en televisión a nuestra judoca Melissa Mojica solicitando la ayuda económica del pueblo para poder costear sus gastos de entrenamiento camino a las Olimpiadas 2020 en Tokio, Japón. 

Mojica, múltiple medallista en Panamericanos y Centroamericanos así como en eventos mundiales, se encuentra entrenando en California bajo una licencia de trabajo sin sueldo. Con más de quince años de trayectoria nuestra atleta busca cerrar en grande su inmensa carrera deportiva, pero no cuenta con recursos económicos.

La Federación de Judo no tiene suficiente presupuesto para cubrir los gastos y en el Comité Olímpico hacen lo indecible para, en medio de su crisis económica, seguir aportando al entrenamiento de la atleta. 

Así que, como muchos de nuestros atletas, Mojica paga sus gastos. Habiendo agotado su licencia deportiva, la judoca necesita presupuesto para continuar participando en competencias internacionales que garanticen su entrada a las Olimpiadas. Sepa usted, Melissa está clasificada número dieciséis en el mundo y al no participar en algunas competencias quedaría fuera del grupo de dieciocho competidoras que pueden entrar al evento olímpico.

Y así ocurre con la mayoría de nuestros atletas elite. En gran parte de los países del mundo ser atleta es un honor y se valora su aportación. Los atletas elite viven únicamente para entrenar y mantenerse en condición. En aquellos países de economías sustentables los Comités Olímpicos prácticamente no dependen de ayudas gubernamentales. En otros, el gobierno apoya a los atletas pues los ven como una inversión en el presente y el futuro. 

El éxito de esos atletas es visto como un bienestar social, una inversión a la salud emocional y, ¿por qué no?, una aportación a la economía. 

Luego del huracán María nuestros atletas entrenaron bajo condiciones extremas, en canchas sin techo, a sol y lluvia, en parques destrozados y en muchas ocasiones sin equipo ni personal necesario para obtener su mejor condición. Y ya vieron los resultados.

Era hermoso escuchar de voz de los atletas su intención de levantar el ánimo y la autoestima del país a través de sus actuaciones. Señores, lo que estos hombres y mujeres, jóvenes y veteranos hicieron en el terreno competitivo es digno de reconocimiento. 

Nos fascina verlos ganar aunque en ocasiones somos crueles en las derrotas. Los politiqueros (los menos), utilizan la politiquería para intentar mangonear o ahogar a nuestros atletas dependiendo de su ideología para luego salir corriendo al aeropuerto para posar junto a algún medallista. 

Melissa y nuestros atletas no deberían pasar por ésto. Pido a la empresa privada y al pueblo una mayor presencia no solo con el medallista si no también con aquellos que utilizan el deporte como una inversión para ciudadanos buenos y futuros profesionales.

Cito a un gran líder deportista cubano: “El atleta puertorriqueño es el mejor de mundo. Estudia, trabaja, entrena bajo circunstancias difíciles, tiene familia, tiene hijos y ¡coño! si no ganan dan una dura pelea”.

En mi caso el deporte ha sido mi disfrute, mi trabajo, mi sustento y mi mejor medicina y rehabilitación.

Por Melissa, nuestros atletas, el deporte y nuestra sociedad... hagamos la inversión.