El día de ayer fue uno especial. Celebramos juntos y en familia tu cumpleaños númeroooo...

Confía. Ese es un secreto que no me atrevería a revelar. Solo sé que cada año y como decidiste dejar de cumplir, por alguna “mágica” razón el “gap” generacional entre tú y yo se hace más grande. Me preocupa porque en unos dos o tres años terminaré siendo tu abuelo.

Acepto que, aunque es tu fiesta de celebración, soy yo quien ha recibido el mejor de los regalos. Desde el preciso momento cuando fue tomando forma esta relación hasta el día de hoy. Recuerdo el comienzo cuando me bautizaste como “panita dulce” haciéndome ver bien claro que el tiempo decidiría si habríamos de estar juntos.

Ya, cuando todo fue tomando forma me demostraste que me aceptarías sin condiciones. Acogiste, cuidaste y abrazaste a mi hija, te hiciste parte de mi complicada rutina de trabajo, de mis compañeros de labores y mis amigos y amigas. Formamos una familia y aunque los primeros años fueron difíciles, nunca bajaste la guardia ante la adversidad. Mucho menos en cosas que no tenían que ver contigo.

El tiempo fue pasando y cada día demostrabas más tu temple, tu alegría de vivir, tu amor por la familia y tus sueños de conocer mundo. Pude ver la rabia por lo injusto y el carácter firme de defender los tuyos. Los retos fueron aumentando, pero en ti no había temor. Tu confianza, tu positivismo y tu fe es inquebrantable. Muchas veces dudé, temí y perdí control, pero ahí estabas y sigues estando para poner la casa en orden.

Me diste un hijo saludable, fuerte y decidido. Hoy, cuando el camino de la vida se puso tortuoso fuiste tú quien me animó. Me tomaste de la mano y me llevaste como niño cuando mi cuerpo no respondía por la enfermedad que lo aquejaba.

“Vamos con calma, aquí un escalón, ven y descansa que todo va a pasar”, me decías.

Y pensar que siempre creí que sería yo quien cuidaría primero de ti. Las dos veces que perdí mi trabajo no hubo duda alguna de que venceríamos la adversidad. Y aún hoy cuando la cuesta se ha puesto pedregosa y empinada, eres tú quien sigue halando y empujando. Admiro tus ganas de vivir, tus valores y aunque te pelee adoro tus despistes y tu forma de cambiar los refranes.

Me asusta en ocasiones tu afán de aventuras y tu carácter empresarial, pero no puedes negar que en cada una de ellas he sido cómplice y he respaldado sin cuestionamientos tus ideas.

Me enseñaste a no darle paso a lo negativo y jamás discutir con una utuadeña. A los 23 años de casados es claro que contra una mujer de Utuado se pierde o se empata, pero jamás se gana.

También te he visto sufrir callada y guardar silencio sobre lo que te preocupa y te entristece para no hacernos sufrir sabiendo que emocionalmente todo me le hecho encima. Tonta idea para una persona que brinda todo de sí misma para los demás.

Soportas mis cambios de carácter de un extremo a otro típicos de un verdadero geminiano. Eso sí, que no intenten pasarse de listos, ocultar la verdad o faltarte el respeto porque hasta ahí llegamos.

Intimida esa frase de “espérate ahí y que sea la primera y última vez”, que dices firmemente cuando eso sucede. No puedo negar que me hierve la sangre cuando discrepamos y cuando creo que al fin voy a ganar una discusión lo despachas con un dulce y sencillo “okeyyy”.

Y qué me dices de tus series y películas españolas que te enajenan de la realidad. Pasan las horas y ni para el lado miras. Pero realizo que vale la pena, pues investigas de rabo a cabo la historia. 

Sobre investigaciones ni hablemos. Eres la mejor detective que pueda existir. Hoy, cuando estamos en un nuevo peregrinaje, cuando pensábamos que era tiempo de bajar el ritmo y de disfrutar más del resultado del trabajo, estamos navegando nuevos océanos y caminos escarpados. Mas no siento temor porque estamos juntos y así seguiremos hasta que la vida decida otra cosa.

En este día especial te brindo como regalo lo mismo que los pasados 25 años de relación, mi vida, mi alma, mi corazón, mi mano y el “te amo” que manifiesto a todo pulmón y que en ocasiones te hace sonrojar. A fin de cuentas, fuiste tú quien aceptó primero cargar con este paquete... “en las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad, en la alegría y la tristeza hasta que la muerte nos separe”. TE AMO.