En mi pasada columna “La pobreza, el verdadero enemigo de Puerto Rico” analizamos cómo los resultados del más reciente censo desnudó y redefinió la realidad de la pobreza en nuestro archipiélago.

Fueron muchos los lectores que reaccionaron, comentaron y se identificaron con el artículo.

Pero una joven me escribió a través de Messenger un mensaje que refleja las limitaciones y pobreza que viven día a día más de la mitad de nuestros habitantes. 

Su escrito me conmovió, dolió y estremeció. Le pedí  permiso para presentarlo en este espacio. Aquí un resumen del diario vivir de una familia puertorriqueña.

-“Duele porque somos jóvenes y productivos. Y veo a mis hijos pasar trabajo. Con zapatos rotos y la misma ropa. Duele la injusticia de solicitar trabajo en el municipio y que empleen a cualquier muchachito hijo de algún otro empleado por encima de un padre de familia”. 

Hablamos de los suicidios..... pero el mismo estado y las compañías te presionan tanto que quien no tenga la mente fortalecida, cae. ¿Sabes lo que es andar con el trauma de que tu carro tiene GPS y el del banco le llega a donde estés? El mal rato de querer llevarte el carro. La vergüenza. La impotencia. 

Habemos personas en el 2019 que, trabajando, tenemos que ir a la maquinita de cambiar menudo para echar par de pesos de gasolina. 

Y yo me las busco. Pero es bien triste levantarse cada día a ver cómo se resuelve. Te drenas. Te resta tiempo. Le quita sabor a la vida. No vivimos. Sobrevivimos. Crecí en una familia donde día a día vi un padre fajarse por su familia. Sin recursos. Sin ayuda. Igual que nosotros. 

Pasa el tiempo y todo evoluciona menos la calidad de vida y el Gobierno sigue repitiendo errores del pasado.  Lo triste es que muchas veces, cuando por fin tal vez uno pueda coger un descanso, tener respiro, que los hijos estén grandes... el paso del tiempo, la edad, lo achaques no te permitan disfrutar lo que te pueda quedar de vida”.-

No hay que añadir nada más. Esta es la realidad de miles de familias que sueñan con un pequeño respiro que les dé sosiego y paz. Es la realidad que oculta el sistema a través de los “tumba cocos”, los jingles y el bailoteo.

Aquí se postulan a puestos electivos para servirse y no servir. Cuatrienio tras cuatrienio prometen soluciones mágicas y votamos sin tan siquiera preguntar cómo podrán cumplir. Ellos luego se burlan “porque cogen de pen....s hasta su propia gente”. 

El Gobierno, el sistema, el modelo económico ha fracasado, engañado y fallado a muchas generaciones y condenado a familias a una guerra de supervivencia.

Nos hemos creído las historias de progreso y los cuentos de miedo de “repúblicas bananeras”. Éramos nosotros acá y el resto del Caribe y Latinoamérica por allá. 

Y cuando al fin despertamos un verano, nos alcanzó el invierno y volvimos a invernar olvidando la importancia de permanecer vigilantes.

Sí, ese mensaje de Messenger me tocó profundamente porque nuestra familia también vivió limitaciones y se acostaba soñando que algún día todo sería mejor.

Querida amiga, por ti y los tuyos seguiremos llevando el mensaje y fiscalizando hasta que tu voz sea la voz de todos y nuestros líderes puedan entender de una vez y por todas que la pobreza va más allá de un bolsillo vacío.

Es no ver futuro ni oportunidades y un plan viable que nos levante la fe y haga realidad el Puerto Rico que todos soñamos.