Me fui a trabajar un domingo bien temprano como siempre acostumbraba.

El día estaba fresco y hermoso y las calles estaban vacías.

Pero sentía mucha presión, y el corazón muy fuerte latía.

Y me entró la calentura y me fui poniendo ansioso al pensar que arriesgaba mi familia.

Entonces llegue al hospital y había gente, con fiebre ardiente.

En la sala de emergencia, todos de lado a lado corrían.

“¡Alguien se apiade de mí!”, gritaron en un pasillo.

Y una enfermera se acercó a su oreja y le dijo: “tranquilo, abuelo, tranquilo”.

Lo acarició con sus manos con guantes y le dijo: “¿qué le pasa, atleta?”.

Y le contó que ardiendo en fiebre y sin aire se había sentido.

Hay que hacerte la prueba, pero la sala está ocupada.

Y mi querido en este hospital no existen las pruebas, ¡no hay nada!

Abrí los ojos como luna llena y me agarré la cabeza.

Porque es muy duro pasar el Niágara en bicicleta.

No me digan que los médicos se fueron.

No me digan que no tienen esas pruebas.

No me digan que a la calle otros salieron.

Y sentirse que al toser ya la fiebre empieza a arder.

No me digan que los médicos no durmieron.

Que las enfermeras están sin siesta.

Que los policías se fundieron.

Que metieron en prisión otro que el “toque” retó.

Me aferré muy fuerte a mi fe como un cojo a su muleta y dije; “¿saldremos de esta?”.

Y en un cartelón que encontré escribí a la gente “no salgas afuera”.

Y mientras llegan los fondos me entero que de las pruebas no se sabe el destino.

Y oí a la enfermera decirle a otro paciente”

“tranquilo, joven, tranquilo”.

Bajé los ojos a media asta y me agarré la cabeza.

Porque es muy duro pasar el Niágara en bicicleta.

No me digan que los tecnólogos se fueron.

No me digan que enfermó alguien de prensa.

No me digan que no extiendan este “queda”.

Y que al Papa esta vez nadie pudo ir a ver.

No me digan que las pruebas se perdieron.

Que alguien pregunte por “Cabezas”.

Que por cansancio hoy no abrieron los del “market” donde ayer me tomaba un buen café.

El Niágara en bicicleta...

¡Oh no!

En bicicleta, no, no.

No me digan que me van cayendo.

Hay tanto dolor.

No me digan que hasta las calles, perdieron color.

No me digan que en la pandemia alguien no creyó.

No me digan que me está doliendo, ¡Oh, no..!

No me digan que me van cayendo.

Que alguien más enfermó.

No me digan que un bebecito la vida perdió.

No me digan, pues esto es serio.

¿Usted no lo entendió?

No me digan que me está doliendo, ¡Oh, no!

Este es el día a día de los héroes, que se arriesgan y arriesgan su salud y la de los suyos en la calle. Haz tu parte por los médicos, enfermeras (os), tecnólogos (as), farmacéuticas (os), policías, bomberos, emergencias médicas, empleados de gobierno-municipales y estatales, de supermercados, gasolineras, banca, carteros y los que rinden servicios esenciales y sacrifican ¡todo! para que no nos falte ¡nada! en casa.

Aplaude su entrega y patriotismo y conviértete en un héroe para ellos. ¡Quédate en casa!