Desde 1984 he laborado en varias facetas en los medios de comunicación y, desde el 86 como periodista.

Mucho he aprendido de grandes figuras de esta vocación acerca del qué, dónde, cómo, cuándo y la labor fiscalizadora de la prensa. Son tantos los que fueron maestros en la profesión y aún sigo aprendiendo de muchos de ellos.

Entonces, ¿deberían sorprenderme los escándalos que día a día son primera plana en los medios de prensa?

No... Lo que me sorprende es la desfachatez y la rapidez con que, en medio de una situación de emergencia, ciertas aves rapaces organizan esquemas y contactan a sus amigos del alma para enriquecerse del dolor de todo un país.

Próximo a cumplir los sesenta años mi memoria me lleva a los finales de los 60 y las décadas de los 70, 80 y 90 y realizo que desde hace mucho tiempo vivimos escándalos de corrupción, mal uso de fondos públicos, traqueteos en el presupuesto, compra de votos con promesas y acciones que no se podían cumplir y que nos ha llevado a acumular una deuda que no la salta ni Evil Knievel en una motora con turbo jet.

A los más jóvenes que no conocen la figura de ese loco de atar, la pueden buscar en la historia.

Gobierno tras gobierno, en las diferentes legislaturas y municipios todos en algún momento en los últimos 50 años han estado inmersos en algún escándalo principalmente de corrupción y/o malversación y mal uso de fondos.

Incluso en los noventa muchos esquemas eran tan sofisticados que eran dignos de una película de Netflix. En todos el humilde, el necesitado, el enfermo, la madre soltera y los niños salían trasquilados.

Pero la confianza ante la impunidad ha ganado terreno y el robo y traqueteo de fondos públicos es descarado y burdo. Atrás quedó la sofisticación del método. Total, saldrán impunes o quizás se cogerán unos añitos y luego podrán disfrutar del botín.

Mientras, el pueblo los sigue escogiendo en las elecciones, o se hace de la vista larga argumentando que- “a mí no me afecta”, o “después que corran los chavos no hay problema”, o “eso es lo que el pueblo quiere”.

Poco a poco la gente ha dejado de votar porque alegan que son los mismos y no vale la pena. Sin embargo, cuando la indignación nos ha tocado el espíritu hemos sido ejemplo para el mundo.

Aún así nos volvieron a coger dormidos y desde el huracán María, pasando por los temblores de diciembre, enero y febrero hasta la pandemia que nos ha confinado hoy vemos cómo nuevamente intentan enriquecerse a costa del dolor de todo un pueblo y ¡nadie sabe nada!.

A esto se ha unido la incapacidad total de administrar, llevar números, de decir la verdad, de establecer un plan de trabajo, elaborar procesos no solo para enfrentar el riesgo de salubridad si no para estructurar el camino para retomar la economía.

Hoy se hace evidente más que nunca la crisis en educación, salud y la administración.

¿Las víctimas? Todo un país que en su mayoría hace su parte para evitar la propagación del virus, el pobre que vive en desigualdad y no sabe cómo podrá resolver mañana y “todos” los que apenas han dormido para cuidarnos, proteger y salvar vidas.

Es por ello que tenemos que seguir fiscalizando, reclamando, aportando con soluciones creativas y viables.

Solo así podemos evitar nuestra pandemia, la del “Corruptovirus-2020”, que por décadas nos ha costado tanto.