Desde hace tiempo venían avisando, tocando la puerta y coqueteando con la historia.

Por años el deporte femenino en general pasaba bajo el radar del reconocimiento que se merece, con algunas excepciones y nombres que quedaron grabados para la posteridad.

Nuestras atletas siempre han dejado el pellejo en el campo de batalla deportivo y aún hoy continúan, injustamente relegadas a un segundo plano. No reciben la misma ayuda ni el mismo respaldo y menos la misma remuneración económica por el mismo trabajo de los varones.

Pero tanto da la gota en la piedra hasta que hace mella y en los pasados años nuestras atletas han forzado a todos a cambiar esa perspectiva. El sóftbol femenino, el volibol, el boxeo, el fondismo, pista y campo, y más recientemente el tenis de mesa y el baloncesto entre otros han cautivado al público surgiendo figuras de renombre mundial.

¿Y cómo se da el cambio? ¿En qué momento? Son múltiples los factores, pero en particular hay un intangible entre ellos.

El trabajo intenso del Comité Olímpico, los medios de comunicación que transmiten eventos internacionales, las nuevas estrellas femeninas en el deporte por mencionar algunos factores han llamado la atención del público y por consiguiente de los auspiciadores que obligó al mercado a destacar y mercadear figuras del deporte femenino.

Hoy vemos grandes resultados aquí en Puerto Rico donde atletas como Beverly Ramos, Adriana Díaz, Melanie Díaz y las selecciones femeninas de volibol y baloncesto se apoderaron de los eventos clasificatorios, mundiales, Centroamericanos y Panamericanos. Ni hablar del judo, taekowndo y natación.

Y aquí está mi intangible. Mientras me gozaba el partido entre Puerto Rico y Brasil se podía ver ese fuego interno, esa adrenalina y ese afán de ganar aún en desventaja física y muchas otras limitaciones.

Mientras, nuestras jugadoras entraron a ganar ese juego. Forzaron un tiempo extra y como si el destino decidiera premiar esa entrega de corazón se jugaron unos minutos y segundos finales donde todo le salió bien a las nuestras quienes aprovecharon todo para dar el tablazo.

Los abrazos, la celebración y el llanto de alegría abarrotó la cancha. Esas atletas dieron el alma por la victoria por ellas mismas, por el equipo de trabajo, por quienes no las han abandonado, por su familia y por su patria.

Las lágrimas de Pamela Rosado nos tocaron el corazón. Eran las lágrimas de un pueblo que no se rinde ante la adversidad y mucho menos ante aquellos que nos meten el pie para provocar la caída y aprovecharse del momento.

Pareciera que las derrotas de Brasil ante Australia y Francia fueran parte de ese libreto y Puerto Rico clasificó por primera vez en su historia a unas Olimpiadas. Para cerrar, nuestra Jazmon Gwathmey fue seleccionada en el equipo de estrellas del cualificatorio en Bourges, Francia.

¿Y ahora qué? Urge el balance, la igualdad, el apoyo y el respaldo al deporte femenino. Son necesarios los fogueos, la exposición, las oportunidades y la inversión de todos los sectores para que las nuestras puedan seguir dándonos victorias y buenas noticias".

-Elwood Cruz

¿Y ahora qué? Urge el balance, la igualdad, el apoyo y el respaldo al deporte femenino. Son necesarios los fogueos, la exposición, las oportunidades y la inversión de todos los sectores para que las nuestras puedan seguir dándonos victorias y buenas noticias.

Como resultado tendremos no solo nombres y triunfos deportivos si no buenos ciudadanos y seres humanos que verán en el deporte una alternativa para alcanzar metas.

Dijo una vez Pedro Albizu Campos “no somos pequeños es que estamos de rodillas”.

Nuestras y nuestros atletas batallan contra gigantes con larga historia deportiva y una enorme cantera de talento. Pero esto no ha sido impedimento para llamar la atención del mundo. Nuestra Selección de Baloncesto Femenino lo vió así y m iró con respeto de tú a tú al adversario y hoy va por primera vez a unas olimpiadas.

“Las 12 Guerreras”. Nunca de rodillas... Ese es el verdadero corazón de los puertorriqueños.