Hace una semana conversamos de la importancia de mirar ocasionalmente atrás para tomar impulso y retomar nuevos rumbos. Así es posible evitar cometer errores o tal vez repetir o modificar aquello que nos dio resultado.

Este próximo domingo, retomo una actividad que, debido a mi condición de vértigo y desgaste físico, había quedado en pausa. Haré mi primera carrera 10K (6 millas), desde que la distonía y una explosión de estrés me asestó un golpe.

La primera edición de la Parguera en Carrera 10K será un nuevo reto en mi vida. Sí, porque desde hace más de un año me he visto limitado a hacer ejercicios de la forma e intensidad a la que estaba acostumbrado. Para un corredor aficionado, pero entusiasta como yo, el no correr significa una frustración. 

Cuando comencé en Tu Mañana por Univisión retomé las carreras pedestres para evitar un desgaste físico por las madrugadas y el cambio de horario. 

Así participé en más de diez World Best 10K, tres San Blas, dos Modesto Carrión, dos veces 16 Millas de Sabrina y múltiples competencias de 5K y 10K. 

Para que tengan idea, mi celebración de los 50 años fue hacer en un año 50 carreras. Mis tiempos eran muy buenos, pese a haber comenzado tarde a correr con seriedad e intensidad. El fallar un día de entrenamiento o carrera era una blasfemia y para mi esposa un dolor de cabeza. En ocasiones salía a correr o a ejercitarme en mi hora de almuerzo, para bañarme y salir a culminar mis labores en Las Noticias. 

Luego, en Jájome, Cayey, compartía con buenos amigos las llamadas carreras largas en las cuales alcanzaba las 18 millas.

Para mí, correr era sinónimo de felicidad como lo es cantar. Son actividades que ocupan un lugar especial en mi corazón. 

El domingo vuelvo a la carretera; ha sido duro. Mi cuerpo no responde igual. Una de mis rodillas está adolorida. Mi mente le pide al músculo lo que antes daba con relativa facilidad, pero que en esta ocasión no ha dado el mejor resultado.

Mi amigo entrenador Amaury Álvarez, de B-Fit, junto a María y Lily, dos extraordinarias entrenadoras me empujan, motivan y cuidan para lograr la fortaleza de antaño.

Aún sigo luchando con la debilidad física y el desbalance. En ocasiones siento como un enorme vacío en mi cabeza y mi visión se me dificulta, pero oro y observo la belleza del paisaje que me rodea y rápidamente comienzo a correr. Sí, mi cuerpo es como la naturaleza misma después de María. Nos dieron duro, pero ya se ve el verdor y los colores de las flores, el cantar de las aves, la luz de la luna llena, las estrellas y el cantar del coquí comienzan a reclamar lo que les pertenece.

Este domingo, desde las 7:00 de la mañana, habré mirado atrás y haré un copy paste de lo que hacía en las carreras. Lo haré en La Parguera, donde unos buenos amigos, Glennys Castro y Javier Calderón, me llevaron para ayudarme a dejar atrás el estrés, reencontrarme con la vida y aclarar ideas ante el gran reto que la vida me trajo.

Allí estará mi pana Piculín Ortiz, quien junto a su esposa Sylvia Ríos me han dado la mano para no perder el norte y creer en mí.

Les confieso que estoy nervioso y tengo miedo a no poder rendir. Pero poco a poco la fiereza de mi corazón y el carácter de mi mente han comenzado a retomar como lo ha hecho nuestra naturaleza tras el huracán. 

El domingo quiero verlos en La Parguera en Carrera, quiero que estén allí conmigo a llevar el mensaje de que también la adversidad se puede convertir en una gran escuela para todos, que no nos podemos quitar, sí modificar el camino para alcanzar la meta, como lo hice con mis clases de canto y como lo hice con “Mi nueva voz”. 

Será otra manera de agradecer a todos y cada uno de ustedes por tanto cariño, así como para agradecer al “Universo” el privilegio de estar vivo. Solo resta esperar el disparo para volver a vencer.