La niña recién nacida es “bella”, no importa qué. A los 5 años “la nena sabe un montón”. A los 10 es una presentá, pero ¡tiene un talentooo! A los 15, bueno ya saben. Es casi una mujer. A los 21 se graduó y trabaja. A los 30 tiene carro, casa y posiblemente pareja estable e hijos. A los 40, olvídese que ahora es que es. A los 50 está más activa que nunca y posiblemente es abuela. Luego, en la edad de oro es la viejita sabia que todos quieren y respetan y con la cintura suelta. 

En el caso de los varones cuando nace “está feíto el nene. A los 5 es un incordio. A los 10 se cree grande. A los 15 es un malcria’o. A los 21 no sabe lo que quiere. A los 30 todavía no sabe lo que quiere. A los 40 ya empieza a dolerle todo y nunca encontramos el control remoto del televisor. A los 50 piensa en el retiro. Y en la edad de oro somos cascarrabias, pesa’os y nuestras parejas nos asisten en todo.

Eso me vino a la mente en la fiesta de cumpleaños de mi compadre Rolando y su bella esposa Rosa. Fíjese que a él le dije compadre y a ella bella. Rolando celebraba los 50 y ella...bueno. 

Ambos son trabajadores y fajones. Él es hijo único y aprendió de su padre a hacer negocios. Sus progenitores llegaron a Puerto Rico procedentes de Cuba como consecuencia de la revolución. 

No conozco el detalle de la historia, pero don Rolando era un hombre de carácter, muy trabajador que gustaba de la música y la vida. Su madre, doña Dulce, era alta, guapa y elegante. Siempre estuvo ahí para su esposo.

Rosa es utuadeña. Alegre, activa, empresarial, muy cariñosa, dada a sus amigos y madre como ninguna. No lo piensa mucho para cantárselas a cualquiera, pero puede echar a un lado las diferencias para ayudarle. Como amiga es especial y leal, de esas que no te sueltan ni en las cuestas.

En total, son cuatro hermanas todas bailarinas, alegres y “chic” en el buen sentido de la palabra. Su mamá, a quien cariñosamente le llaman Coca, enviudó joven y siempre ha estado ahí para ellas. 

En el festejo todos sus amigos tuvieron palabras hermosas. Yo quería hablar, pero mi voz no atravesaba el mejor momento. 

Hoy, a todos, principalmente a mis queridos compadres les digo: es el momento más hermoso de sus vidas donde miramos atrás y vemos nuestros hijos realizados o a punto de hacerlo. 

Llega el momento del nido vacío, así que revivan la llama del amor. Perdonen las equivocaciones suyas y las de los demás. Abracen a sus hijos cuando vuelvan y déjelos cometer a errores, aprender y denles la mano cuando lo necesiten. 

Miren el amanecer, las tardes, la luna y las estrellas. Disfruten el mar y la arena. Viajen, chinchorreen, canten y bailen. Celebren con los amigos y aléjense de los negativos. 

Vivan compadres, rían y lloren que al llegar a los 50 nos damos mejor cuenta de que el tiempo pasa de prisa, que la vida pende de un hilo y que ahora el tiempo, aunque más breve, puede ser el mejor de sus vidas.

¡Ahhh! hombres. Reconozcamos que la mujer siempre gana y que definitivamente es lo mejor que nos puede pasar, los amo.