Conocí al cazador de antigüedades en un pulguero de Carolina.

Lo primero que me llamó la atención fueron las antiguas moledoras de café y las planchas de acero.  Mi mirada luego se posó sobre las viejas jarras de cerveza y la porcelana china.  Le pregunté al anticuario si podía tomarle una fotografía y me respondió de manera afirmativa.

La historia de Ismael Rosario Avilés, de 80 años de edad, eclipsa los artículos que colecciona y vende. Pero también se confunde y forma parte de ellos. La mercancía puede arrojar pistas sobre sus intereses y de los pasos que tomó para adquirirla.

Le pregunto sobre su crianza, en el barrio La Plata de Aibonito, y el señor revela detalles de su vida.

Era el cuarto hijo de un mayordomo de una finca. La frugalidad marcó su niñez. De hecho, recogió su diploma de sexto grado descalzo. También es un veterano de la guerra de Corea y aún puede hablar con completa lucidez sobre sus experiencias como soldado.

Ahora el comerciante se encuentra en su última batalla. Combate el cáncer;  y levanta su camisa para mostrar los efectos de la enfermedad. Le pregunto en repetidas ocasiones si puedo escribir sobre su condición de salud y, nuevamente, me contesta que sí.

Rosario Avilés busca las antigüedades tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Cuando tenía más fortaleza y juventud tenía su propia tienda de antigüedades, pero con el pasar de los años ha tenido que acudir a los pulgueros para vender los artículos que coloca sobre las mesas plegadizas. Su puesto de venta se distingue entre muchos otros kioscos que venden joyería, ropa, películas y discos compactos.

“Yo comencé este negocio de joven, coleccionando radios, y seguí comprando hasta que llegué a tener 292 radios distintos y, después, tuve la visión de seguir comprando otras cositas”, dijo.

Le digo en varias ocasiones que se ve muy bien, pero presiento que el anticuario prefiere cambiar el tema de conversación. Destaca su papel como un intermediario entre el pasado y el presente, de la necesidad de ofrecer artículos para la venta que formaron parte de nuestra historia.

“Esto es nuestra cultura. Así les podemos decir a nuestros hijos y nietos lo que hubo antes...Eso es cultura”, indicó.