Tratamos de buscarle una explicación a la crueldad. Partimos de un concepto básico que el escritor y filósofo Jean-Jacques Rousseau presentó en una de sus frases más célebres: “El hombre es bueno por naturaleza”. Entendemos –si creemos en este concepto– que los seres humanos nacen para hacer el bien, pero que el entorno social o familiar en que se crían puede adulterar su esencia. Se podría llegar a la lógica conclusión que la sociedad ejerce una influencia abrumadora que podría dictar y definir la naturaleza humana.

Por años, he tenido que escribir sobre crímenes como reportero policiaco. Cada escena criminal tiene alguna particularidad que toca la fibra humana. He podido ver cuerpos llenos de plomo, cortados o calcinados, pero podría ser la mirada de una mujer detrás del cordón policial o el llanto distante de un niño que de alguna manera abra un resquicio al sufrimiento de la familia de la víctima. Siempre hay algo que se dice o que no se dice que ilustra la crudeza de nuestra sociedad.

Considero la nota policiaca –dentro de todas las críticas que se podrían hacer sobre la utilización de la información como  medio sensacionalista– como una parte esencial del récord histórico. Es la manera de buscar una reivindicación para la víctima, aunque no todos los intentos sean exitosos. Es la manera de presentar lo que no queremos ver, pero sí escuchar y saber. Esta semana el mundo se despertó con la dantesca historia de un puertorriqueño que por casi una década mantuvo a tres mujeres en un escondrijo en su residencia. Pude hablar por teléfono con un tío del sujeto. Como cualquier persona en su posición, el familiar no lo podía creer. Se encontraba estupefacto frente a un sobrino que por años visitó su comercio y que aparentaba ser una persona "normal" y "amistosa".

El cuadro del sujeto desmorona el positivismo de Rousseau para ser reemplazado por el negativismo de otro filósofo que presenta la otra cara de la moneda. Thomas Hobbes, por ejemplo, esbozó en su tratado Leviatán que los hombres viven en un "perpetuo peligro de una guerra". Afirmó el teórico que es la autoridad la cual mantiene a los ciudadanos en un estado de paz relativa. La visión es adaptada una y otra vez por la industria del entretenimiento que ubica al hombre frente a un mundo apocalíptico.

Pero los dos puntos de vista, a mi entender, aún no explican cómo hay individuos que pueden cometer crímenes tan horrendos. Tampoco explican cómo pueblos enteros pueden cometer actos de genocidio.

La explicación, a mi entender, debe estar en algún punto en medio de estos dos extremos. Puede ser que hay una fuerza, tan inexplicable e intangible, que lleva a algunos a cometer actos horrendos sin ninguna razón, por el mal mismo, sin tener que fundamentar sus acciones en un historial de maltrato ni negligencia.

Quizás no hay que ir muy lejos para ver el rostro del mal.