Tomaron a muchos por sorpresa. Eran fotos de muertos, en su mayoría, cadáveres tiroteados. Entre las imágenes había un cuerpo desmembrado. También una criatura de ocho meses de gestación que murió por una bala recibida por su madre, aunque esta logró sobrevivir.

Las fotos formaron parte de la presentación de la Fiscalía Federal durante su argumento final en el caso de pena de muerte de Alexis Candelario Santana, el cerebro detrás de la Masacre de La Tómbola, uno de los crímenes más violentos que se han registrado en Puerto Rico.

Muchos cuestionaron si las imágenes deberían haber sido presentadas. Hay reglas que intentan salvaguardar la pureza de un jurado contra evidencia que de por sí sola podría inclinar la balanza a favor de un veredicto de culpabilidad.

Pero nadie se levantó a objetar las fotografías que se seguían mostrando en las pantallas de la sala. Había una breve descripción para cada una de ellas. Eran datos concretos, identidad, fecha de muerte, como si se tratara de un informe policiaco, esquemático y frío.

El contraste era evidente. Las muertes calaban hondo, cada una tenía un valor y una profundidad incalculable.Habría un pequeño resquicio del sufrimiento que algunas de las víctimas tenían que haber sentido antes de su último suspiro.

Los muertos correspondían a 13 asesinatos desde mediados de los años 90 hasta el 2001 y nueve muertos, incluida una criatura de ocho meses de gestación, que perecieron en La Tómbola el 17 de octubre de 2009. Cabe destacar que hubo otros 20 heridos en el atentado.

Un hombre, sentado en un banquillo reservado para el público del tribunal, comenzó a llorar al ver el cadáver de su hijo. Otras personas suspiraron profundamente. El cuerpecito de la criatura pareció socavar el tesón de muchos.

Un día después el jurado emitió el veredicto de culpabilidad contra Candelario Santana y su compinche, David Oquendo, quien no fue certificado por el Departamento de Justicia para la máxima pena. Se pautó para el próximo 18 de marzo el inicio de otro proceso en que el mismo jurado determinará si el ex cabecilla de una empresa criminal debería ser castigado con una cadena perpetua o una inyección letal.

Pero los retratos siguen hablando. Las historias detrás de las imágenes dejaron un camino de sangre, definido y marcado, con la precisión de la mira de un sicario.