“Que nadie grite, que nadie llore de sentimiento. Si aquel amigo solo se ha ido al descanso eterno...”

Así reza uno de los soneos que cantó nuestro querido y respetado Sammy Marrero acompañado por la  Orquesta La Selecta en su clásico La cuna blanca, creación del maestro Raphy Leavitt.

¿Quién se iba a imaginar que la semana pasada íbamos a recibir la triste noticia de que el mismo Raphy, músico creador, compositor, arreglista e innovador, se adelantaría en su viaje a la eternidad a la temprana edad de 66 años?

A principios de los años 70 irrumpió en el ambiente musical el sonido novel, urbano y estridente de la Orquesta La Selecta, creada por su pianista, el amigo Raphy Leavitt.

Desde su barrio de Puerta de Tierra en San Juan, se encargó de crear una orquesta que por su honestidad musical se colocó inmediatamente en los primeros lugares del gusto del público salsero de Puerto Rico y de  todos los países que disfrutan este género. Las composiciones, arreglos de Raphy  y la voz de Sammy Marrero, le dieron voz a una generación de jóvenes que utilizaron la salsa para llevar mensajes sociales a través de la música bailable de moda. Sus canciones de contenido social lo colocan como un pionero en esas lides.

Todos admiramos la forma en que Raphy mantuvo, contra viento y marea, su organización por más de cuarenta años, desafiando con éxito los vaivenes de una industria cambiante, difícil y a veces hasta hostil.

Nada fácil para La Selecta y su director batallarse con todas las estrellas de la época para imponer su orquesta y su estilo.

Mención aparte merece la combinación perfecta y duradera de Raphy, La Selecta y su cantante Sammy Marrero. Nacidos artísticamente el uno para el otro, Sammy se convirtió en el mejor intérprete y la voz emblemática del genio musical de Raphy Leavitt. Hasta donde tengo conocimiento, Sammy  es el único cantante que ha permanecido junto a una orquesta desde su creación hasta el presente.

Los músicos y cantantes que formaron parte de La Selecta a través de los años pueden dar fe de la manera organizada y profesional con la que Raphy administraba su orquesta con seriedad, disciplina y verticalidad.

Raphy Leavitt y su Orquesta La Selecta dejan escrita con su música su propia página en la historia de este género. Su repertorio y sus presentaciones quedarán en el corazón de sus seguidores, y sus grabaciones disponibles como referencia para las nuevas generaciones de artistas salseros.

Maestro Raphy Leavitt, descanse en paz.  Mi más profundo pésame a su viuda, a su familia, sus compañeros de La Selecta, al buen amigo Sammy y a todos los salseros que perdemos un defensor de la salsa, que batalló toda su vida profesional para darle prestigio y respeto a este género.

“Nadie se atreva a llorar; dejen que ría en silencio...”

Hasta siempre, Raphy.

¡Camínalo!