No hay manera de controlar el genio creativo de los artistas. Todos los días nuestros músicos y cantantes  se esmeran para entregarnos lo mejor de su repertorio.

Versiones nuevas de música grabada antes, piezas musicales originales sazonan el ambiente discográfico casi a diario.

Producciones musicales con un promedio entre ocho y doce canciones son presentadas ante el público y la industria constantemente. Conozco muy bien el procedimiento, el costo; el esfuerzo que se da en cada uno de estos intentos de renovar la propuesta musical.

Por lo complicado de la escena y la limitación del tiempo, muy pocas veces estas grabaciones son mostradas en su totalidad en los medios tradicionales.

La carta de presentación de estos proyectos, llamado comúnmente “el sencillo”, es la canción encargada de introducir al público el nuevo trabajo de los artistas establecidos o presentar las figuras nuevas, según sea el caso.

En principio siempre fue así. Con el tiempo fue cambiando la dinámica limitando, casi exclusivamente, a ese “sencillo” la productividad del disco.

En nuestros días, el público y los medios se acostumbraron a escuchar y a programar estas canciones por meses y, a veces, por años. El resultado de esta práctica, de esta dinámica, es que prácticamente el resto del trabajo... se pierde.

¿Cuántas veces el lector habrá escuchado, en una emisora o programa especializado, alguna canción de su artista favorito pensando que es un nuevo trabajo y, al buscarlo, se entera de que ese tema forma parte de un disco que ya tiene varios años, pero nunca tuvo la difusión del “sencillo”?

Pienso que todo el talento envuelto en una producción discográfica merece el premio a su talento, merece ser escuchado.

Mi invitación a los lectores es que se den la oportunidad de escuchar estos trabajos completos, disfruten el talento de cada componente de esa producción, verifiquen que ese famoso sencillo es la puerta que se abre a un mundo maravilloso de buena música hecha con honestidad y luego se sentirán satisfechos de gozarlo a plenitud... 

La música que se pierde…

¡Camínalo!