Construyendo con caja de cerveza y el Dr. McCann
“La historia de la construcción en Puerto Rico es una historia de pobreza. Las casas no se construyeron en columnas e informales por gusto”

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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En el 1992 el doctor en geología William R. McCann ganó una demanda millonaria luego de que lo botaran de la UPR, tras oponerse a que se construyera una planta de carbón para la AEE.
La iban a construir justo en la falla geológica que va de Salinas hasta Añasco. Literal, botaron a un geólogo de la Red Sísmica por advertir lo que pasaría si construían al garete una planta de la AEE. Si así actúa el gobierno; ¿qué se puede esperar de nosotros, el pueblo?
Pues, creo que todos hemos visto la escena. Una parejita joven tuvo hijos antes de estar realmente preparados. Primero, hicieron un rancho debajo o arriba de casa de los viejos. Luego, poco a poco, trabajando duro y echando adelante, van construyendo la casita que tanto te prometí. En mi barrio Jagual así fue. De hecho, así fue que mi mamá y mi hermana pudieron tener su casita.
Así es como en las parcelas del barrio Jagual de mi San Lorenzo se ha construido. Pregúntele a Rafy Hernández y a su familia. Se hace la casa de la gente entre weekends, comprando dos cajas de Medalla y entre los vecinos poco a poco se van levantando bloques que terminan en paredes hasta que aparezcan un par de pesos más y se le paga a un handyman que vaya ayudando a 70 pesos el día y si trae ayudante, 40 pesos cash para que Paquito (secre de Hacienda) no se entere.
La historia de la construcción en Puerto Rico es una historia de pobreza. Las casas no se construyeron en columnas e informales por gusto. Se construyó así porque no había dinero para construir y porque el gobierno castiga duro al que quiere construir por la ley. Vea los datos y compare.
Mientras la opulencia por la desigualdad social de las urbanizaciones de Guaynabo y Gurabo se iba levantando, allá en el campo no había billete para eso. Al contrario, con el IVU, el aumento de luz, la gasolina, el agua y todo lo demás, se iba tejiendo una realidad ineludible y advertida. Digo, el mismo gobierno que se endeudó con 40 billones de 2006 a 2012, no sacó el dinero para arreglar las escuelas contra sismos; ¿qué lo va a hacer el jíbaro de Canta Gallo en Juncos?
Ahora, supongamos que el jíbaro quiere construir por los libros, a prueba de huracán y antisismos. Para conseguir los permisos tiene que esperar porque el Bautista baje el de’o. Si quiere que sea rápido, tiene que pagarle a un “gestor” que mágicamente logra que se mueva el gobierno de forma ágil (obviamente, a tomates no huele la forma en que esos gestores logran sus trucos).
Un grupo de ingenieros hizo el análisis hace un tiempo. Resulta que, para hacer una casa a un costo de 150 mil dólares, aproximadamente, un ingeniero te cobra 7,500 dólares para con su firma certificar que la cosa está bien hecha. Ese ingeniero es responsable legalmente si algo falla y lo puedes demandar por impericia.
Ahora, por construir por el libro esa misma casa tiene que pagarle al gobierno un montón de aranceles, documento ambiental, cargo municipal, arbitrio municipal, consulta de construcción, derechos de abogados, rótulo de permiso, sello del colegio de ingenieros, cargos por OGPe, y ni hablar de la titularidad y lograr que cumplan con el CRIM y con el Registro de la Propiedad. Esa misma casa que con 3,000 pesos de materiales de construcción logra ser sismo resistente y con 7,000 logra tener un ingeniero que así lo certifique, acaba de subir su costo gracias a los impuestos del gobierno en sobre 20,000 billetes y todo para que el alcalde se lleve un montón de chavos y contrate a los cuates para que le piquen el pollo (exhibit al exalcalde de Cidra).
En fin, aquella casa informal que se quería hacer por el libro con ingenieros certificados, termina haciéndose dónde y cómo se pueda entre panas. Total, si el gobierno silencia al Dr. McCann por advertir lo correcto y si ignoran por décadas a Molinelli, si no arreglan el registro y castigan al que quiere construir bien; ¿qué se puede esperar?
Nacido en Chicago y criado en San Lorenzo, el licenciado Jay Fonseca estudió en escuela pública. Fue a la UPR a estudiar empresas y derecho luego de teología. Es analista político en Telemundo y WKAQ 580. Autor del libro “Banquete Total: Cuando la Corrupción dejó de ser ilegal” y por una década fue columnista en Primera Hora. Supera el millón y medio de seguidores en Facebook, Instagram y Twitter, lo que lo convierte en uno de los principales “influencers” de la Isla. Es padre de una niña y tiene un app bajo su nombre, Jay Fonseca.
Esto tiene salvación
Esta columna busca proponer soluciones de manera muy sencilla a las situaciones actuales que afectan el País.