Ya todo el mundo se enteró de que en los próximos meses Puerto Rico tendrá una nueva jueza en el Tribunal Supremo.  Esa mujer no es cualquier abogada.  Se trata de alguien con un excelente resumé. Estudió en Estados Unidos y en Europa y habla español, inglés e italiano. Se graduó de la mejor escuela de derecho de Puerto Rico, siendo una de las mejores de su clase y fue editora de la Revista Jurídica. Créanme, estudiar derecho consume mucho tiempo, estás horas y horas leyendo y eso hace que sean pocos los estudiantes que pueden graduarse con esas notas y a la vez estar horas y horas editando artículos para esa revista académica. 

Después fue a trabajar con el entonces juez presidente Federico Hernández Denton en el Tribunal Supremo, donde conoció el proceso de ese tribunal. Nadie cuestiona que Hernández Denton es una persona brillante. Entre sus oficiales jurídicos hubo un gobernador, varios secretarios de Justicia, procuradores generales, subprocuradores, jueces y profesores universitarios.  En fin, el juez Hernández Denton no contrataba a cualquiera para ayudarlo a escribir sus opiniones. 

Después de estar dos años en el tribunal, se fue a hacer una maestría en derecho en la Universidad de Columbia, en Nueva York, que tiene una de las mejores cinco escuelas de derecho en Estados Unidos, la misma en la que estudió la nueva jueza presidenta Liana Fiol, la decana de la facultad de derecho de la UPR, Vivian Neptune y jueces del Supremo federal como Harlan Fiske Stone, Benjamin Cardozo, Charles Evans Hughes y Ruth Bader Ginsburg.  De ahí vino a ser subprocuradora general bajo Salvador Antonetti Stutts, otro que suena continuamente para puestos importantes en la judicatura estatal y federal por ser uno de los mejores litigantes puertorriqueños. Quienes evaluaron el trabajo de Maite Oronoz Rodríguez coinciden en que fue de la mejor calidad, lo que la llevó a ocupar el cargo de Procuradora General, tras la salida de Antonetti.  De ahí se fue a la práctica privada, donde estuvo poco tiempo y regresó al servicio público en el Municipio de San Juan.  Al igual que su familia y su pareja, Maite se ha dedicado al servicio público.  Eso no es algo nuevo, ha sido la constante en su vida.  

Hago este extenso recuento porque quiero dejar claro que esta no es cualquier persona.  Es una puertorriqueña que a su relativamente corta edad ha hecho todo lo que como país les exigimos a nuestros jóvenes: que estudien incansablemente, que se esfuercen, que no se conformen con notas mediocres, que aspiren a llegar a lo más alto de su profesión y que devuelvan lo que han aprendido al servicio de otros. Esta próxima jueza del Tribunal Supremo tendrá uno de los mejores resumés que han tenido quienes han sido nombrados a ese foro judicial. Eso no es poca cosa, pues llega en un momento histórico, cuando las decisiones de ese tribunal son cuestionadas por personas de todos los sectores.  Este es el ejemplo que queremos para nuestros jóvenes.  

En los próximos días veremos un proceso interesante que solo hemos tenido la oportunidad de observar pocas veces. Dirigentes de otros partidos dirán cosas, tirarán piedras, habrá lloriqueos, habrá protestas de líderes religiosos y políticos cuya formación intelectual no llega ni a los talones de la de esta mujer. De la izquierda le dirán que no ha demostrado ser suficientemente liberal o que no ha aportado suficiente a la academia… así como lo leen. Dirán que es conservadora y que de conservadores ya tenemos el tribunal lleno. Dirán que no defiende los derechos de los acusados. Claro que no los ha defendido, si su trabajo como procuradora era defender al pueblo de Puerto Rico frente a los acusados. 

Dirán que no tiene experiencia en la judicatura y yo he sido de los defensores más importantes de que se establezca una carrera judicial y lo sigo defendiendo.  Pero también reconozco que el sistema actual es tal cual es, no es como uno quiere que sea. Y más aún, la historia está llena de jueces excepcionales que no venían de la judicatura. José Trías Monge y Federico Hernández Denton, nuestros dos principales intérpretes de la Constitución, no venían de la judicatura. Earl Warren no era juez, tampoco lo era John Marshall. Se dicen muchas cosas de estos cuatro jueces, pero nadie va a cuestionar su capacidad para escribir opiniones importantes. El Supremo boricua está lleno de personas que venían de la judicatura, y pues… sus decisiones hablan muy claro como para hacer una crítica adicional. Finalmente, hasta los mismos que no protestaron por la edad de Luis Estrella hace unos años ahora dirán que Maite es muy joven. Pero así son las cosas en este país. 

Ese escrutinio es saludable y todos tienen derecho a decir lo que piensan.  En gran medida estamos como estamos porque no todos se atreven a decir lo que piensan, así que le doy la bienvenida a esas críticas.  Pero lo hago por una razón importante: como ciudadano apoyo esta nominación y no tengo miedo de que la ataquen porque estoy convencido de que por encima de todas sus cualidades, esta es una mujer valiente. 

Paso al último tema, que no voy a tapar debajo de la alfombra.  Igual que en 2007 no se podía ignorar que Barack Obama era negro, no quiero ignorar que Maite ha tenido el valor de decir públicamente con quién comparte su vida.  Y no es cualquier persona, pues su pareja Gina también sonaba para ocupar ese cargo en el Supremo. Eso, en este país, requiere demasiada convicción y fuerza. No se puede menospreciar el valor histórico de este momento, particularmente cuando no hace mucho la marcha más impresionante que se ha hecho fue precisamente para protestar contra el matrimonio gay. Hace 10 años ese nombramiento no hubiera sido posible. Los promotores del odio todavía tenían el volumen del micrófono muy alto. Yo confío en que de aquí a 10 años a ninguna mujer discriminada por su orientación en este país le van a temblar sus rodillas al decir “yo quiero servir; yo estudié; yo me preparé; yo sé lo que hay que hacer y quiero representar a un grupo enorme de personas en algún puesto público”.  

Pronto vamos a pasar una página importante y lo vamos a hacer juntos, en público, a la luz del sol, abiertamente y sin hipocresías. Basta ya, co$%, estamos en el 2014.  Déjense de estupideces y mírense en el espejo de la Inquisición. Déjense de perseguir y dedíquenle más a la caridad, que el ejemplo predica más que la palabra. Miren ese resumé y punto… y si Maite se acuesta con otra adulta y son felices echémosle la bendición, que para ser infeliz no hay tiempo en esta corta vida. Y Maite, no te conozco, pero no hace mucho fui a un concierto con un amigo y ya por eso se especuló sobre si soy o no homosexual. No podía creer el nivel de comentarios que se hicieron sobre mí y mi supuesta homosexualidad. Ahí entendí por qué tanto boricua no sale abiertamente a disfrutar su vida y su sexualidad. El discrimen es bestial, es mucho peor de lo que había imaginado, y que hoy el rostro de la apertura sea el tuyo debe llenarnos de orgullo no como heterosexuales, homosexuales y menos heteroflexibles… nos debe llenar de orgullo como país. A mí me enorgullece como humano.