Luis A. Ferré creía que la estadidad llegaría, pero que antes había que aprovechar todas las ventajas que nuestra relación con Estados Unidos nos diera para entonces pedirla como un estado que estaba listo y próspero para aportar. El nuevo movimiento estadista cree en la súplica y el limosneo. Esto es como si tú cuando ves a alguien pidiendo en la luz para la cena, te lo llevas para tu casa y lo pones a cargo de las finanzas de tu casa. Estados Unidos no es un lugar de beneficencia. Es un país que corre como una gran corporación y como tal tenemos que verlo.

Puerto Rico pudo haber tenido el puerto marítimo más importante de América cuando se propuso desde los setenta un puerto en Ponce. No lo hicimos a tiempo y otros países nos pasaron el rolo y perdimos la oportunidad.

Puerto Rico pudo haber sido el lugar de investigación y desarrollo de patentes y propiedad intelectual más importante del mundo. Teníamos la Ley 936 por décadas donde aquí se producían ya los medicamentos. Faltó buscar a los científicos que usaran a la UPR de centro de investigación para nuevas medicinas y nuevos inventos tecnológicos. No lo hicimos y Singapur, Finlandia y San Francisco nos comieron los dulces.

Puerto Rico pudo haber creado montones de industrias paralelas a las 936 para darle razones enormes para evitar irse cuando acabara el incentivo federal. Con abaratamiento de costos energéticos y de transportación cuando hasta nuestra marina tuvimos. Pero también lo tiramos por la borda.

Puerto Rico pudo haber sido el centro de intercambio entre Estados Unidos y Latinoamérica. Se lleva proponiendo desde los años setenta. Pero como eso era “jugar a ser la república”, Miami nos pasó el rolo.

Puerto Rico pudo haberse convertido en el centro de desarrollo de energía alternativa. Tenemos las condiciones perfectas, pero no usamos al recinto de Mayagüez de la UPR a su máxima capacidad, no usamos el sol, y países como Alemania que no tienen sol dieron el paso adelante.

En fin, todas estas cosas que he escrito son solo algunas de las oportunidades que perdimos, aunque fuimos los primeros en tener planes escritos, propuestas y momentos con ventajas particulares hace muchos años. No las aprovechamos por razones políticas. Convertimos todas nuestras instituciones en quimeras políticas donde todo responde al partido y los empleos son para el partido, y las ideas aprobadas son las que le convienen al partido o al donante del partido.

Pudimos habernos fortalecido y preparado para que cualquier cambio de status fuera un deleite. Poder integrarnos como un estado próspero lleno de industrias y aportar a la nación de Estados Unidos, no como una carga, sino como un lugar que atrajera la inversión y el desarrollo. O poder convertirnos en una nación independiente amiga de Estados Unidos y con intercambios comerciales con ellos y el resto del globo.

Mientras aquí hablábamos de status y peleábamos como niños, el resto del mundo se nos fue pegando y utilizando las ideas que aquí se usaron. Fueron copiando y mejorando nuestras circunstancias y ofertas. Pusieron a sus estudiantes como centros de desarrollo intelectual y su capital humano es lo que tienen que ofrecer al mundo. Nos pasaron el rolo.

Entonces, nos quedaba una sola ventaja competitiva y nuestra comisionada residente y nuestra Legislatura fueron a Washington a pedir que nos la quitaran porque eso, supuestamente, iba en contra de la estadidad.

Y si eso hubiera pasado en un momento con una economía robusta y un sistema educativo listo para poder sustituir los cientos de miles empleos perdidos, pues chévere, pero no… fuimos a Washington a entregar lo que nos quedaba en nuestro momento de mayor debilidad, éxodo, endeudamiento y para completar, justo después de que un huracán nos partiera y hasta ahora nada hayan aprobado de rescate real.

Claro, como nuestra clase política sabe que hay una válvula de escape con la revolución JetBlue siguen empujando sus intereses y el pueblo en el atolladero económico. Nuestra clase política debe ser procesada por traición y en otros países del mundo hubieran ido a un paredón tras un juicio público.

Fuimos a Washington a decir que las empresas que están aquí deben pagar contribuciones federales para dar un pasito hacia la estadidad. Eso nos quita la única ventaja que nos quedaba para poder competir contra el mundo y contra otros estados.

Nuestra clase política se aprovecha del desconocimiento de su pueblo y de su gente para traicionarnos cada vez que pueden por sus intereses.

Miren lo que ahora está pasando. La comisionada residente Jenniffer González se fue junto a Paul Ryan y nos dice que no hagamos nada, que confiemos en que ella tiene un mejor plan para nosotros lo cual justifica no haber luchado para evitar entregar nuestra única ventaja competitiva. Con eso nos tiene en “el duérmete nene” y mientras otras causas lograron cabildear la inclusión de decenas de enmiendas en el proyecto de la Cámara y del Senado, nosotros nos quedamos fuera.

Con eso pasan las navidades y nos dan unas cositas ahí cosméticas temporeras que no logran sustituir lo que entregamos. Lo que hicimos fue como dar $100 para que a lo mejor nos den $15 eventualmente. Pero como las consecuencias son a largo plazo, pues ellos apuestan a que el pueblo no los culpe a ellos.

Ahora viene el plan fiscal nuevo tras María y tras la eliminación de billones de dólares en nuestro presupuesto porque se nos va el impuesto a las foráneas y con ello hay que conseguir billones de dólares para poder dar los servicios a los más vulnerables. Esto va a representar cortes aún mayores a nuestra realidad actual.

Nuestros políticos buscarán echarle la culpa a la Junta, al huracán María y a cualquiera. Como si no hubieran sido ellos quienes echaron por la borda el rescate de María al ponerse con el nebuleo de Whitefish a la vez que cortaron fuentes de ingresos antes de prepararnos para poder hacer una transición razonable a nuevas estructuras incluso la misma estadidad.

Nuestros políticos están haciendo lo mismo que hicieron en el 1996 al apoyar la salida de las 936. Nos dijeron tranquilos que tenemos una mejor idea y nos sumieron en la pobreza y el éxodo tan doloroso de nuestros más queridos. Pero como los cambios económicos son lentos y cogen años (como pasó en las 936 que fue una década y ahora lo mismo ocurrirá) siguen como si nada.

Se salen con la suya y hasta los volvemos a reelegir, a ellos y a sus hijos, como si nada hubiera pasado un par de años antes.

En Mateo 25 el Maestro Jesús narra una parábola donde le dieron cinco talentos a uno, tres talentos a otro y un talento al otro. Resulta que nosotros aquí hemos sido como el que le dieron un talento que no lo usó y lo perdió. El Maestro dice que “al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”, Mateo 25:30.

Mi exhortación al pueblo es… no olviden quiénes echaron por la borda nuestros talentos. Nos los dejes sin consecuencias.