No siempre fui Jay Fonseca el de la tele. Por muchos años, dependí de que papi me ayudara y que mami me hiciera la comida. Siempre trabajé desde chiquito y eso me enseñó a entender cuánto valía cada dólar.

Hubo un tiempo en que me hice de una novia de Cayey. Para ir a verla e invitarla a cenar contaba las cosas en horas de trabajo. Yo trabajaba en Amigo de Plaza del Carmen Mall en Caguas. El sueldo de ella se iba completo en pagar su Technica. Mi carro me lo había regalado papi, así que tuve la dicha de tener mi sapito del 1986 que me llevaba de Jagual a Cayey.

Para invitarla a comer a Chilli’s, que para mí entonces era un sitio “fancy”, lo contaba en horas de trabajo. Eran, $5.15 la hora. Entre el plato de ella, el mío y el postre más la propina, eran $40 como poco. O sea, dos días de trabajo se me iban en una cena y eso sin contar la gasolina y otros gastos de ir a Cayey a buscarla y bajar a Caguas y volver a subir para entones regresar a San Lorenzo.

Uno enamora’o hace lo que sea, pero en fin, lo importante de la historia era que $40-$50 para mí era mucho dinero y todo lo medía con cuántas horas de trabajo eso iba a significar. Así que todo lo que iba a comprar lo dividía entre cinco y, más o menos, así sabía cuántas horas y días de trabajo significaba cada gasto. Ahora explico por qué escribo esto.

En mi pasado programa de televisión la abogada Ana Valeria Iturbe, nuestra investigadora, encontró que se aumentó el precio del cilindro del gas sin haber cumplido con el reglamento del DACO, y sin haber entregado los documentos que justifican dicho aumento. Que tampoco Justicia se ha expresado sobre el obvio monopolio de Empire Gas al comprar PUMA Gas. Menos han dicho nada de las violaciones de ley que pudieran haber ocurrido al entrar al mercado de distribución minorista y copar toda la industria y controlar cuatro de los cinco muelles. Subieron el gas violando la ley y los reglamentos y NADIE HACE ABSOLUTAMENTE NADA.

Entiendo perfectamente estas cosas porque cuando le llegaba a mi madre una factura de $20 más por el gas propano, ponía el grito en el cielo. Mami trabajaba limpiando casas en Caguas y un día de trabajo eran $25 cash (por acá sin que el gobierno se entere, porque nos quitan los cupones si se informa que se trabaja).

Aunque ilegal, todo el mundo sabe que los cupones no dan para vivir, pero trabajar en Puerto Rico no paga tanto como para no coger cupones a la vez, así que se busca una chamba limpiando y chiripiando para cuadrar caja. Por tanto, cuando el gas aumentaba $20 eso significa un día entero de matarse limpiando una mansión, mientras eso ellos se lo gastaban en un steak de un restaurante.

Recuerdo que una vez Luis Gas, el que distribuía el gas en mi barrio Jagual en San Lorenzo, nos puso un tanque y algo pasó, pues cuando le pusieron el agua y jabón detectaron un escape. Eso significó gastar $50 más. Mami se echó a llorar.

Todavía recuerdo a mi mamá llorando y me indigna pensar que esta gente puede subir el gas violando totalmente la ley, y ni Justicia ni DACO hacen absolutamente nada.

Es total impunidad, aunque violan directamente el Reglamento 45 y la ley antimonopolio. Y es que se nota que no entienden que muchas familias de verdad viven peso a peso. Se nota que no han vivido la pobreza de verdad. Gente decente que trabaja, se joden (sorry mami, sé que no te guste que hable malo), se fajan y $20 para mucha gente sí es una diferencia en su situación y no es exageración.

Al parecer, hay que ponerlos a ganar 7.25 la hora para que entiendan que hacer su trabajo puede ser la diferencia entre esta semana tener para comer o tener que picar las pastillas para poder tomarse los medicamentos.