La gobernadora Wanda Vázquez ha cogido de tontejos hasta a los nuestros. La evidencia es tan abultada que, francamente, no podría comenzar sin mencionar sus ataduras con Elías Sánchez y la esposa de este, Valerie Rodríguez Erazo.

El gobierno de Wanda Vázquez comenzó por cogernos de bobos. Dijo abiertamente que no quería ser gobernadora y por lo bajo nos dijo, incluyendo a sus ahora asesoras, que si era nombrada renunciaría para darle paso a otra persona. Eso no solo resultó ser falso, sino que fue una estrategia sumamente bien articulada porque así nadie fiscalizó hasta que ya llegaba al trono de la Fortaleza.

Mire si ha sido astuta la gobernadora, que luego de ser acusada de fabricar casos, de presionar indebidamente a fiscales para fabricar casos que ayudaron a Elías Sánchez a sacar del medio a gente que detenía la sed de contratos, el pueblo no recuerda y la aplaude. 

La capacidad de KOI 2.0 con Wanda Vázquez ha demostrado que no aprendimos mucho del verano del 2019. Las estrategias mediáticas siguen en funciones y ni una conferencia de prensa para contestar preguntas ha hecho la gobernadora. Todas las veces que ha contestado preguntas es a toda prisa, caminando hacia el carro y la prensa tiene que carretearle en vez de pararse ante un podio y estar disponible para cualquier tema, si es que no hay nada que esconder.

La gobernadora, que nos dijo que no correría a la gobernación, que no era política y dejó entrever que no era PNP ni estadista, que el status para ella no era prioridad para luego recular, fue la persona que no investigó a Elías, la que contrataba a Valerie Rodríguez Erazo y que dio tiempo y espacio sustancial a los miembros del chat de salirse con la suya.

La gobernadora, que condenó y ordenó cancelar contratos dados a ciertos allegados en la AEE, no hizo lo mismo con los contratos de sus hijas que no fueron cancelados hasta que salió públicamente que ambas estaban contratadas directamente o subcontratadas con fondos públicos. De hecho, la gobernadora nunca aclaró que su hija abogada logró ese contrato de $5 mil mensuales como abogada para hacer trabajo de “data entry”, lo cual jamás vale ese dinero.

Más lejos, los fondos con los que contrataron a la hija de la gobernadora eran fondos para Justicia supervisados por la gobernadora cuando esta era secretaria. Resulta ser que ella asignó los fondos a Corrección y en Corrección contrataron a la hija de Vázquez. O sea, yo te doy unos chavos para que tú los administres y me contratas a mi hija. Si esa no fue la intención, ese fue el resultado. 

La gobernadora nunca explicó cómo fue que ambas hijas de ella terminaron contratadas por el gobierno y si ella tuvo algo que ver en dichas contrataciones. Recuerden, esta es la gobernadora que se le acusó por buscar ayudar a su hija en un caso, y que tenía trabajando allí al esposo de su hija. Esta es la gobernadora que se inhibió de la investigación que vinculaba a su hija, pero admitió estar en reuniones y dar instrucciones en ese caso, aunque estaba inhibida.

Esta es la gobernadora cuyo esposo admitió haber llamado como juez a un agente de la policía para que ayudara a su esposa en el caso. O sea, un juez interviniendo indebidamente en una investigación de abuso de poder contra su esposa. Pero, nah, tato Gucci. 

La gobernadora, al igual que Ricky, dijeron que apoyaban el acuerdo con los bonistas para pagarle un montón de la deuda, aunque esto fuera un aumento en la factura de la AEE.  De hecho, el aumento se estimó en $50 mensuales y la gobernadora lo apoyó el 10 de septiembre de 2019 en entrevista con El Nuevo Día, pero la gobernadora hizo todo un show, a lo Ricky Rosselló, y ordenó cancelar el aumento de $2 mensuales de la factura. El de $50 ella lo apoyó, el de $2 no, ese fuchi, caca, malo.

Nada, que Ricky se fue, pero nos dejó su copia y el pueblo parece no ver la tinta.