La semana pasada, el ex campeón mundial guayamés Juan Laporte estuvo entre los invitados a la ceremonia de develación de la estatua de Julio César Chávez en el Parque Revolución de la ciudad de Culiacán, Sinaloa, de donde es oriundo el gran monarca mexicano.

Allí, Laporte compartió con el promotor Don King, así como con otros púgiles que, al igual que él, pelearon alguna vez con el llamado JC Super Star: Oscar de la Hoya, José Luis Ramírez y Rubén Castillo, entre ellos.

De hecho, como para demostrar que a veces las mentiras se descubren aunque pasen varias décadas, Laporte descubrió una cuando conversó con Castillo, ante quien hizo en 1983 su primera defensa como campeón pluma del CMB en el coliseo  Roberto Clemente.

“Don King me quitó $100,000 de la bolsa diciéndome que era para dárselos a Castillo, quien estaba amenazando con no pelear”, dijo. “Pero Castillo me dijo que eso nunca pasó”.

Así, Laporte tuvo ahora la oportunidad de increpar a King y hasta le hizo sufrir al arrancarle su celular, aunque luego se lo devolvió.

“¿Qué iba a hacer  con un celular que no era mío?”, dijo.

Pero para Laporte, quien reside en Nueva York, el largo viaje “valió la pena por el testimonio que dio Julio durante la ceremonia”.

Porque Chávez habló acerca de lo que llamó “el demonio de las drogas”.

“Chávez le donó su casa de Culiacán a un centro de rehabilitación por el uso de drogas”, dijo Laporte, quien en 1986 sufrió una cerradísima derrota al disputarle a Chávez el cetro de las 130 libras en el Garden. 

“Es una casa enorme, con piscina… más bien una mansión”, agregó.

“Y durante la ceremonia, Julio dijo: ‘Si esas paredes hablaran…’”.

“Dijo que hubo un momento en que se metió una pistola en la boca para matarse”, agregó.

Pero Chávez, afortunadamente, ha dejado todo eso atrás.

“Lo que le faltaba era dejar el cigarrillo”, dijo Laporte, “y él le prometió a su madre que lo dejaría en el momento en que develaran esa estatua”.