Una escala de vuelo es la interrupción de un viaje en avión de manera momentánea antes de llegar al destino final.

A cinco años del paso del huracán María, y luego de la desastrosa respuesta a la tormenta Fiona, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, hizo escala en Puerto Rico. Escribo escala porque su estadía fue relámpago. Duró menos que un estornudo. El presidente Biden pasó más tiempo en el avión que palpando las graves necesidades de Puerto Rico.

En su “visita” fugaz, Biden anunció la asignación de fondos ya aprobados para Puerto Rico. Lo que dijo era, en cualquier otra circunstancia, contenido para un comunicado de prensa. Entonces, ¿por qué vino a Puerto Rico?

Biden vino por beneficio político propio. Su “visita” nada tenía que ver con la necesidad de los puertorriqueños. Veamos.

El próximo noviembre se llevan a cabo las elecciones de medio término en Estados Unidos. El presidente Biden teme, como señalan las encuestas, que los republicanos retomen el control de la Cámara federal. En el Senado federal también podrían perder el control.

Bajo Hillary y Obama, el apoyo del voto latinoamericano en los Estados Unidos rondaba en el 80% a favor de los demócratas. Hoy se ha reducido a 60%. Biden necesitaba su “oportunidad de foto” en Puerto Rico para enamorar ese voto latinoamericano de dos maneras. Un motivo era distanciarse de las imágenes de Donald Trump cuando visitó a Puerto Rico luego de María. Nadie olvida la repulsiva imagen de Tump lanzando papel toalla a la gente como si fuera un juego de baloncesto. Otra razón era generar imágenes que produjeran apoyo de votantes puertorriqueños en Florida.

Basta ver el historial de Biden con Puerto Rico para deshacer cualquier ilusión con su presencia en Puerto Rico. Sin contar los más de treinta años como senador y los ocho años como vicepresidente, que el tema de Puerto Rico fue inexistente para él, veamos el historial de su presidencia.

Durante la campaña pasada, Biden prometió dos cosas a Puerto Rico. Prometió que su Casa Blanca serviría como un motor esencial para impulsar un proceso de autodeterminación para el pueblo de Puerto Rico y que lucharía para que los puertorriqueños recibieran igual trato en el Seguro Social Suplementario. Inclumplió ambas promesas.

En cuanto a impulsar un proceso de descolonización, una vez en Casa Blanca, Biden dijo que eso es un asunto que le corresponde al Congreso y por lo tanto, que él no actuaría sobre el tema. Se lavó las manos como Poncio Pilato. En cuanto al Seguro Social Suplementario, su Departamento de Justicia acudió al Tribunal Supremo para defender el trato discriminatorio contra los adultos mayores pobres en Puerto Rico. En ambas instancias, las acciones estaban en sus manos.

El historial de Biden sobre Puerto Rico hace de sus palabras humo y espuma.

Si por un lado resultó indignante el trato desapegado de Biden a la realidad de Puerto Rico, un territorio no incorporado de los Estados Unidos (es decir, una colonia) que lleva 16 años de contracción económica, que lo regentea una fracasada Junta de Control Fiscal, que no ha superado los daños de María, temblores, y ahora Fiona, que su sistema energético está en manos de una empresa inepta y cuyos gobiernos han incurrido en irresponsabilidad, negligencia y corrupción; la actitud complaciente y farandulera de la clase política gobernante resultó vergonzosa. Se tropezaban los unos y las otras más preocupados en salir en la estampita, que en asumir un rol de Estado con dignidad, decoro y exigencia.

Mi experiencia, al visitar los pueblos impactados y ver la precariedad en la que vive tanta gente es que nos tenemos nosotros mismos. La ayuda solidaria de vecinos, comunidades y organizaciones no gubernamentales ha sido la respuesta de primera línea. Esos no salen en las estampitas ni participan de encuentros mediáticos, pero son quienes han llevado sobre sus hombros la respuesta en los momentos de mayor necesidad.

Quienes así responden, no están de pasada en una escala fugaz. Encarnan de lo que estamos hechos los puertorriqueños y de lo que somos capaces en los momentos más difíciles. Muestran con acciones que un Puerto Rico distinto es posible y son luz en medio de la oscuridad.