“Cuando PROMESA se aprobó… yo estaba aquí.. Y aquí estamos, seis años después. Puerto Rico no tiene un presupuesto balanceado… Pero no estamos siquiera cercanos a tener una discusión seria sobre estadidad… Cada vez que tenemos una vista pública sobre Puerto Rico pasan dos cosas, y vuelve a pasar hoy. Vienen con la mano estirada pidiendo más dinero o solicitando la estadidad. Yo me opongo a la estadidad”.

Esas fueron las palabras sentenciosas del congresista Jody Hice. En ellas se recoge el sentir mayoritario del Congreso estadounidense, aunque unos sean más vocales que otros.

Contrario a lo que ha dicho el liderato del PNP, esta no es una expresión aislada. Las tres ramas del gobierno estadounidense han expresado que Puerto Rico es un territorio no incorporado, sujeto a los poderes plenarios del Congreso.

En tiempos recientes, las humillaciones coloniales suman. Durante su presidencia, Donald Trump quiso hacer un trueque con Dinamarca: Puerto Rico por Groenlandia. Cuán tosca y bruta fue su expresión, ésa es la posición del gobierno estadounidense sobre Puerto Rico. Ellos piensan que nos pueden regalar.

En el 2005, el Informe del Comité del Presidente de Estados Unidos manifestó que el Congreso puede ceder Puerto Rico a otro país. La naturaleza filosófica de esa visión es el Destino Manifiesto. Es la filosofía de que Estados Unidos tiene un deber divino de civilizar a quienes considera son pueblos inferiores.

Esta filosofía, que data del 1845, tiene resonancia hoy día. No solamente las palabras del congresista Hice las recogen certera y puntualmente, sino que la determinación de las tres ramas de gobierno federal así lo afirman.

Puerto Rico ha tenido varias formas de gobierno colonial: gobierno militar; Ley Foraker, Ley Jones, Ley de Gobernador Electivo, Ley 600 (Ley de Relaciones Federales) y la Ley PROMESA. Cada ley tiene un hilo conductor, la subordinación política y antidemocrática de Puerto Rico.

Esta semana, el Tribunal Supremo Federal denegó un certiorari, que es un recurso extraordinario que llevaron los maestros jubilados para tener un retiro digno. Al denegar el recurso, el Tribunal Supremo de EE.UU. no solamente penalizó a los maestros jubilados, sino que revalidó la teoría de los casos insulares: Puerto Rico “pertenece a… pero, no es parte de los Estados Unidos”.

Para que se haga justicia, debemos lograr un consenso democrático en el pueblo de Puerto Rico. Los que creemos en el derecho de nuestro pueblo a la autodeterminación, es fundamental superar el bipartidismo rojo y azul. Cada puertorriqueño tiene su opinión sobre el estatus final de Puerto Rico, lo que no se puede permitir es que esas diferencias aplacen la agenda urgente de descolonización.

El liderato PNP juega a la descolonización, recostados en las mullidas comodidades de la colonia. El liderato popular, se pelea entre los que creen que el colonialismo es un derecho a perpetuidad. Los que aspiramos a la descolonización y a un régimen verdaderamente democrático tenemos que remar en una misma dirección en la que exista una agenda común: la descolonización. En esa faena debemos estar estamos juntos todos.