La pasada semana uno de los miembros de la Junta de Control Fiscal, Andrew Biggs, acudió a un foro del Centro para Negocios de la Universidad de Harvard. Allí se expresó pesimista sobre el futuro de Puerto Rico debido la incompetencia e inhabilidad de los gobiernos del país en tomar decisiones de política pública para reformas importantes, particularmente en el tema de educación. Denunció que las políticas públicas del Gobierno responden al amiguismo y consideraciones políticas. Biggs tiene razón en esa parte de su alocución. Después de todo, dos y dos son cuatro aunque lo diga un loco.

Las políticas públicas erradas de quienes nos han gobernado nos llevaron a la crisis actual. No obstante, cabe destacar lo que Biggs no dijo. Como buen representante de la política colonial estadounidense hacia Puerto Rico, Biggs se limitó a culpar al colonizado. Es lo que Albert Memmi describió en su libro “Retrato del colonizado”: El colonizador tiene que justificar su privilegio de usurpador. Eso lo lleva a dos procedimientos: demostrar los altísimos méritos del usurpador e insistir en los defectos del usurpado.

Esta mentalidad tiene raíces profundas en la visión de expansionismo territorial de los Estados Unidos. La ideología del Destino Manifiesto se concibió para justificar la adquisición de nuevos territorios y suprimir a los conquistados. Se fundamentó en la idea de que hay seres superiores que tienen el derecho, por designio divino, de someter a quienes consideran inferiores. Sobre esa base filosófica es que se diseñó nuestro modelo colonial, que es la raíz de nuestra limitación estructural para atender los problemas que enfrentamos.

Antonio Weiss, quien fue arquitecto de PROMESA y participó del foro antes mencionado junto a Biggs, escribió un artículo en conjunto con Brad Setser para la prestigiosa revista Foreign Affairs, titulado “Puerto Rico: La colonial olvidada por Estados Unidos”. Allí indicó que el tema del estatus de Puerto Rico es uno de ideología e identidad. Sentenció que atender el tema del status de Puerto Rico es “un paso crítico que permitiría a Puerto Rico una vía de desarrollo económico sostenible a largo plazo”. Luego Setser escribió en su cuenta de Twitter: “Solucionar completamente la crisis de Puerto Rico requiere atender el tema de estatus, y llevar a cabo una nueva negociación con el gobierno federal”. Biggs no dijo nada sobre esto.

Y es que, en busca de legitimar su identidad colonizadora, Biggs es vivo ejemplo del retrato del colonizador. Como describe Memmi: “Si se presume que el colonizado es un ladrón, habrá que precaverse efectivamente contra él”. En su alocución sobre la crisis del Departamento de Educación no solamente señaló las deficiencias gubernamentales, sino también la emprendió contra el magisterio para justificar sus bajos salarios. Biggs no dijo que la JCF promovió los bajos salarios del magisterio, que afectó negativamente su retiro, así como el cierre agresivo de cientos de escuelas limitando gravemente el acceso a la educación de miles de estudiantes.

Biggs no dijo, tampoco, que la existencia de la Ley PROMESA es resultado directo de nuestra condición colonial y que en el ejercicio de su poder plenario sobre Puerto Rico, el Congreso nos impuso unilateralmente un supragobierno llamado Junta de Control Fiscal. Biggs no habló del costo multimillonario de la Junta que pagamos los puertorriqueños en quiebra.

Biggs no dijo que la Junta ha sido paradigma de la incompetencia y que en cinco años de existencia, no se articuló un mapa de ruta para el desarrollo económico, ni han designado, como mandata PROMESA, si quiera un coordinador de revitalización para infraestructura. Como sentenció Memmi, el rasgo más usual del colonialista es su mediocridad.

En fin, lo que no dijo Biggs fue más que elocuente. No sabe o no quiere reconocer que el fin del colonialismo no solamente libera al colonizado, sino que hace libre también al colonizador. Y, sobre todo, que la descolonización es la llave indispensable que nos abriría la puerta a un futuro económico próspero y sostenible.