Todas las personas con las que consulté el tema de esta columna me dijeron que a nadie le interesaría. Que no es un tema “sexy”. Que no era un tema para Primera Hora. Pero tengo una responsabilidad con el País, así que aquí voy.

Las economías de los países más avanzados del mundo han acordado un impuesto global de 15% sobre los ingresos de las corporaciones multinacionales. Esta medida comienza a equilibrar la injusticia de la distribución de la riqueza mundial.

Eso significa que países más pobres tendrían mejores oportunidades de desarrollo. Es decir, si fueramos un país libre, tu tendrías más dinero en tu bolsillo.

Este esfuerzo global va dirigido a un mundo más justo, derrotando la idea de que los pobres sean más pobres y los ricos más ricos. Sería acabar con lo que se conoce como la dictadura del 1%. Esto es, que un por ciento ínfimo de la poblacion tiene el control monetario, propietario y político que no tenemos el resto de nosotros.

Por eso no debes leer esta columna, para que no sepas que puedes estar mejor. El esquema es que no exijas más.

Como senador durante el pasado cuatrienio propuse que las corporaciones con operaciones en Puerto Rico pagaran un 10% sobre sus ganancias. De esta forma se le daría un alivio a los empresarios de aquí y pagarían en justicia, sin ser penalizadas, las corporaciones extranjeras. Así lo reiteré una y otra vez en la campaña a la gobernación.

Mi propuesta chocó con una terrible realidad antidemocrática. El dominio de intereses económicos del 1% y el colonialismo. Como en tantas otras coyunturas anteriores, Puerto Rico es timoneado por intereses de lucro de unos pocos contra el bien mayor. Para evitar este debate es que hay personas que piensan que no debes leer esta columna.

Pero, además, ocurre algo peor. A consecuencia de la condición colonial y de la dependencia que le acompaña, cada país soberano podrá realizar los ajustes de rigor ante la nueva propuesta global. Podrán defender sus intereses, que incluyen protecciones a sus empresarios locales y derechos a trabajadores. Nosotros, no. Por eso, es mejor no leer esta columna.

Lo peor es que los objetivos de la Junta de Control Fiscal no son tu bienestar económico. Por encima de cualquier estrategia que pretenda defender nuestras industrias estratégicas, el bienestar de trabajadores, pensionados y estudiantes, entre otros, están los bonistas buitres de Wall Street. Esa es su prioridad.

Dentro de poco, la inmensa mayoría de los países del globo comenzarán a beneficiarse del nuevo arreglo contributivo, logrado por ellos mismos. Nuestro país continuará inmerso en la incertidumbre de si en el Congreso de EE.UU. eliminarán créditos por las contribuciones pagadas aquí, o si los legisladores de ese país determinan que ellos -sí, los estadounidenses- y no nosotros, cobramos el 15% de tasa impositiva que alimentará a todas las naciones participantes del acuerdo.

Por eso seguiré insistiendo en que el presente arreglo institucional -la colonia- lejos de hacernos partícipes de los beneficios de los que gozan los miembros de la comunidad de naciones libres, nos aleja cada vez más, con las serias e irreversibles implicaciones que esta condición acarrea para toda nuestra sociedad: POBREZA.

La nueva propuesta global es una visión distinta. Es como la enseñanza bíblica, “todos estamos invitados al banquete de la vida”.

Dentro de esa visión es que propongo al país la posibilidad de alcanzar un Puerto Rico más justo, cuya dinámica económica opere igual a la propuesta internacional, que es más justa.

Pero, ante tu bienestar, hay quien piensa que no debes leer esta columna.