Frecuentemente, la política toma características de un drama de telenovela mexicana. Eso es peligroso. Distrae la atención de los temas sustantivos y exime a los responsables de atender los retos del país y asumir sus obligaciones con el pueblo.

En estos momentos existen dramas políticos en el PPD y en el PNP. En el caso del PPD, que controla la mayoría de las alcaldías y las cámaras legislativas, el drama se concentra en el apetito político personal de funcionarios que aspiran a dirigir ese partido. Se trata de unas enmiendas propuestas para su reglamento interno que da permanencia al liderato actual y excluye a otros que aspiran a desplazarlo.

En el caso del PNP, el gobernador Pedro Pierluisi propuso solicitar una exclusión tímida de la aplicación de las leyes de cabotaje -que obligan a utilizar la marina mercante más cara del mundo- al importar combustible y diésel en momentos de emergencia. Su propuesta no responde a que milagrosamente descubrió el abuso económico de las leyes de cabotaje. Su propuesta responde al drama interno en su partido frente a Jenniffer González.

La Comisionada Residente defiende la permanencia abusiva de las leyes de cabotaje, pues entre sus contribuyentes económicos están poderosos sectores de los navieros. No es secreto que en el PNP podría haber un enfrentamiento primarista entre Pierluisi y González. La propuesta de Pierluisi es un codazo político a González, para vincularla a inversionistas políticos navieros.

Entre esos dos dramas la pregunta que debe hacerse el lector es, ¿cómo eso atiende los problemas inmediatos y urgentes que sufre el pueblo de Puerto Rico? En el caso de las aspiraciones de los que desean dirigir al PPD, no existe una propuesta ni visión de país que fundamenten sus aspiraciones. Se trata de obtener el poder por el poder. En el caso del PNP, el pueblo ha sufrido su visión torcida del ejercicio del poder. La posible pugna primarista entre Pierluisi y González es retener el poder por mantenerse en el poder. En ambos dramas, el pueblo sigue rezagado y abandonado.

¿Cuál es el peligro de seguir estos asuntos como quien sintoniza la telenovela de la tarde? Explico.

Los líderes que aspiran a dirigir los destinos de un país, sobre todo un país tan azotado como el nuestro, deben tener un proyecto político definido que muestre su visión, pensamiento y la vocación para su ejecución. Este no es el caso del liderato del PPD y el PNP. Ante su incumplimiento, les beneficia la distracción de la opinión pública. Esto permite ocultar su ineficiencia, irresponsabilidad y señalamientos de corrupción, llevando al debate público asuntos que en nada atienden tus problemas.

Para tapar su incompetencia se genera un drama político que acapara la atención mediática y distrae la opinión pública. Fíjese el lector como ante los dramas partidistas de esta semana, a un lado ha quedado la discusión sobre la inestabilidad del sistema energético y el fracaso de LUMA. A un lado ha quedado la discusión sobre el colapso de nuestro sistema de salud y la atención a los enormes problemas en educación. La complicidad del Gobierno con los criminales ambientales no se discute. La falta de atención a nuestros adultos mayores o los problemas de salud mental en la población desaparecen de la opinión pública. Por no hablar del fracaso en impulsar un proceso serio de descolonización. Estos temas, entre otros, se diluyen de la discusión utilizando la distracción politiquera.

¿Qué hacer? Hay que mantener la denuncia sobre asuntos puntuales que te afectan. El lector debe disciplinarse a una mentalidad de rendición de cuentas. El que te incumple, que responda. Examinar el contenido mediático y separar la farandulería politiquera de las responsabilidades gubernamentales de los funcionarios del Gobierno. Las consecuencias de las acciones o inacciones gubernamentales afectan directamente tu calidad de vida. Ese debe ser el criterio.

Y en cuanto a los que incurren en distracciones politiqueras en lugar de atender tú necesidad, tener siempre en mente la epístola de Pablo a los filipenses: “su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Solo piensan en sus apetitos”.