Esta semana enfrentamos un fenómeno atmosférico con consecuencias devastadoras. La naturaleza nos pone a prueba una vez más y una vez más prevaleceremos. Enfrentaremos los nuevos retos con firmeza, templanza, solidaridad y generosidad. Esa siempre ha sido la clave para que nuestro pueblo supere la adversidad.

En estos momentos se impone la urgencia de llevar a cabo acciones en nuestros respectivos entornos familiares y comunitarios. Es indispensable asegurarnos de que quienes han sufrido daños reciban apoyo y la ayuda necesaria. En particular, los más vulnerables.

Hoy enfrentamos nuevos daños por viejas causas. Luego de atender la emergencia inmediata, debemos actuar conforme a las lecciones aprendidas. Solamente así la recuperación será la base de una transformación necesaria para mitigar futuros fenómenos naturales.

En el 2019, el exdirector de la extinta Defensa Civil, Epifanio Jiménez Meléndez (QEPD), publicó una columna titulada: “La necedad que nos lleva al desastre”. En la misma se preguntaba: “¿Estamos preparados para otro huracán? La contestación es no. Una tormenta platanera… hoy produciría en Puerto Rico casi los mismos estragos que ocasionó María”. Luego de Fiona vemos que su opinión fue premoritoria.

Hoy, a cinco años de María, la incompetencia, burocratización y la corrupción han sido las causas para detener un proceso de recuperación necesario. Pero los problemas son más profundos y de mayor antigüedad.

El abuso de los recursos naturales y ambientales ha sido la orden del día en los procesos de planificación. El desparramamiento urbano y la construcción irresponsable, ya sea con permisos productos de la corrupción o sin permisos violando la ley, han provocado gran parte de los daños que ha vivido Puerto Rico con el paso de fenómenos atmosféricos. Las destructivas consecuencias de estas acciones son ahora más severas que antes, debido a la crisis climática.

Basta subrayar como ejemplo, la resistencia para aprobar una nueva Ley de Costas y una moratoria a la construcción en la zona del litoral. Tampoco regulan la construcción de megaproyectos de construcción que impactan cuerpos de agua y áreas naturales sensitivas. Para los gobiernos PNP y PPD, los intereses económicos han podido más que el interés colectivo.

Por décadas se han hecho propuestas que han sido ignoradas. Crear la figura del Procurador de los Recursos Naturales y Ambiente, aprobar un Código Ambiental, garantizar la autoridad de comunidades e individuos para acudir al tribunal cuando existe la amenaza patente de daños ambientales, y la restauración y protección de nuestros acuíferos, son solamente algunas de las propuestas. También se ha propuesto un modelo de planificación sensato y balanceado.

Por otra parte, he planteado la necesidad de retomar las respuestas a emergencias desde las comunidades con los recursos necesarios. Un plan de respuesta debe fundamentarse en acciones previas (preparación, mitigación, preparación) y posteriores (respuesta, recuperación y reconstrucción).

Yo creo en crear un Plan de Respuesta Comunitaria a Emergencias en la que se descentralice la autoridad y los recursos de respuesta. Este Plan debe incluir la realización de un censo para identificar cantidad de la unidad familiar y el perfil y necesidades de las mismas. Llevar a cabo programas educativos de preparación. Hay que crear centros de distribución por zonas estratégicas y adiestrar líderes comunitarios. Una parte importante de este plan debe ser la asistencia médica y el apoyo psicológico y emocional tras una calamidad.

Los responsables de los fracasos históricos ante las crisis como huracanes, temblores y pandemia, dicen que quienes hacemos señalamientos críticos no presentamos propuestas. Es falso. Por décadas se han presentado proyectos, ideas, programas y propuestas, el PIP lo ha hecho desde el plano legislativo y otras organizaciones no gubernamentales lo han hecho desde sus respectivos espacios. Los gobiernos del PPD y el PNP se han negado a escuchar.

Nuestra recuperación, si es verdadera, debe priorizar en lo inmediato, pero con la mira puesta en transformar las políticas públicas y acciones gubernamentales del pasado.

Ya lo describió perfectamente Epifanio Jiménez hace más de tres años: “Es por tal razón que reiteramos que no existen desastres naturales, sino eventos que el ser humano (la administración y sus ejecutivos), por necios e irresponsables, convierten en desastres”.