El pasado viernes se llevó a cabo la Cumbre sobre una Política de Crecimiento para Puerto Rico auspiciada por el Centro para la Nueva Economía. El CNE es una organización no gubernamental que analiza aspectos económicos del país y estimula la discusión de alternativas para lograr nuevos modelos de desarrollo. Todos los ponentes tuvieron excelentes intervenciones. Deseo resumir tres presentaciones que recogen los retos que enfrentamos y las acciones que debemos tomar.

Puerto Rico ha enfrentado unas limitaciones estructurales basando su economía en una de dependencia y enclave colonial. Sobre ese modelo de dependencia, el profesor en economía Francisco Catalá sentenció: “El que solamente pide, nunca puede.” Ese ha sido el impedimento para establecer un modelo de desarrollo económico robusto. Ello ha resultado en falta de competitividad, una participación laboral de apenas 44%, una migración masiva y un aumento dramático de la economía subterránea. A todo esto se le suma la descomposición gubernamental causada por la corrupción.

La causa del desastre económico actual ha sido una visión equivocada del desarrollo. Primeramente, las empresas extranjeras con exención contributiva. Estas empresas no aumentan la cantidad de empleos, no contribuyen en términos contributivos y desplazan al pequeño y mediano comerciante. Estas sacan de Puerto Rico anualmente en ganancias entre $34 y $36 mil millones, pagando contributivamente un promedio de apenas 2%.

En segundo lugar, los fondos federales no recurrentes. Estos fondos no se reasignan consecutivamente. Es decir, cuentas con ellos ahora, pero no mañana. No puede montarse un andamiaje institucional de desarrollo económico sobre la asignación de fondos no garantizados. Además, muchos de esos fondos se pierden en el salidero de la corrupción. Recuerden los casos de Whitefish, luego de María y las pruebas fatulas durante el COVID-19.

El profesor Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, hizo un planteamiento cónsono con lo que han planteado reputados economistas puertorriqueños. La economía no puede separarse de lo político. Para lograr un modelo de desarrollo económico hay que transformar modelos de gobernanza, repensar instituciones gubernamentales y reenfocar la visión de política pública.

La crisis de la deuda pública lleva a la crisis económica. En este aspecto el Premio Nobel de Economía señaló las desventajas de Puerto Rico para establecer un modelo de desarrollo. Se resumen en: 1) la falta de poder para dirigir nuestro propio destino, debido a nuestro estatus colonial y 2) PROMESA, en particular la Junta de Control Fiscal, es un instrumento deficiente para atender la deuda y condena a Puerto Rico a una futura quiebra. Los efectos de PROMESA y el Plan de Ajuste de la Deuda -aprobado por los líderes penepés y populares- causarán un daño irreparable a la economía.

Finalmente, el panel dirigido por la profesora Belinda Reyes se enfocó en el aspecto educativo como pilar de desarrollo social y económico. El fortalecimiento y la amplitud de los servicios universitarios, sumado a las alianzas con el sector público y privado para ofrecer experiencia a los estudiantes y robustecer servicios, son parte de los modelos que han funcionado en múltiples jurisdicciones. Incluso, la asistencia económica para estudios posgraduados a cambio de servicio público, es parte de la inversión necesaria para retener a futuros profesionales.

El gobierno no tiene brújula. Los gobernantes repiten los mismos modelos fracasados. Si deseamos romper el ciclo de quiebra, depresión económica y pobreza, debemos superar nuestra condición colonial de subordinación política; combatir frontalmente la corrupción; repensar los modelos de gobernanza; combatir los abusos de la Junta de Control (obligando al Congreso a eliminar ese ente defectuoso y responder a su responsabilidad descolonizadora); articular una reforma contributiva integral y retomar como prioridad la educación. Ahí está el mapa para una política de crecimiento económico.