Deseo compartirles una radiografía política del proyecto de estatus que, aunque aprobado en el Comité de Recursos de la Cámara federal, su consideración en el pleno del Congreso fue pospuesta para septiembre. Veamos.

En Estados Unidos:

En el caso de los demócratas, de cara a las elecciones de medio término, el proyecto significa una carnada electoral para el voto hispano en los Estados Unidos. Como el proyecto tendría la oposición de los republicanos, los demócratas dirán en la campaña que ellos creen en los hispanos y los republicanos no.

Sin embargo, los demócratas se enredaron en sus propios pies, ya que un sector progresista de ese partido, encabezado por Alexandria Ocasio Cortez, se opuso al mismo argumentando que a la diáspora no se le dio participación en el proceso, que no hubo vistas públicas y que no se fue lo suficientemente generoso con el tema de la ciudadanía estadounidense dentro de la definición de la libre asociación.

En el caso de los republicanos –y muchos demócratas- la propuesta que incluye la anexión de una nación latinoamericana y caribeña como una opción autoejecutable, les pone en bandeja de plata oponerse como parte de su agenda protofascista, acentuada por el trumpismo. Por eso se anticipó correctamente que, aun de aprobarse el proyecto en la Cámara, en el Senado federal no tendría oportunidad alguna.

En Puerto Rico:

Jenniffer González deberá explicar a sus huestes estadistas cómo, luego de seis años siendo miembro del Comité de Recursos Naturales del Congreso, el día de la votación para su proyecto no consiguió ni un solo voto republicano. En el contexto de una posible primaria en el PNP contra el gobernador, este fracaso monstruoso será una munición que Pedro Pierluisi utilizará en su contra.

Por eso, el gobernador ha arrastrado los pies en el tema. Aunque posó para la estampita cuando Steny Hoyer presentó el proyecto, la verdad es que no ha sido su prioridad en Washington. Si el proyecto se logra aprobar, dirá que él estuvo presente. Si el proyecto fracasa, dirá que es culpa de Jenniffer González por no lograr el apoyo de sus correligionarios republicanos. Es decir, la actitud de Pierluisi ha sido de puro oportunismo electoral en el contexto de una futura primaria. Los estadistas deben saber que su prioridad no es el estatus, sino su reelección.

En cuanto al PPD, la aprobación del proyecto de estatus en el Comité representa un revés histórico. Es la primera vez que un comité congresional excluye al ELA territorial en un proceso de estatus. La colonia no puede ser opción en un proceso de autodeterminación. El ELA quedó desahuciado. El proceso, además, profundizó las diferencias dentro del liderato del PPD. En ambos casos, el PPD ha quedado en una posición de debilidad electoral.

El liderato del PPD, haciendo de tripas corazones, se ha adjudicado como triunfo la posposición de la consideración del proyecto. Es el delirio de creer que el sol sale porque el gallo canta. La realidad es que la posposición se debe a la naturaleza de la política estadounidense y a la enorme oposición a anexar a Puerto Rico por razones de identidad nacional, precariedad fiscal y resistencia de los puertorriqueños a asimilarse.

En cuanto al PIP, en lo sustantivo, la independencia se presenta con un proceso de transición ordenada, tanto económica como política. Reconoce una relación de amistad y cooperación con los Estados Unidos, pero con la autoridad de unirnos al mundo.

Lección:

Si se desea tomar en serio el tema de nuestra descolonización, la iniciativa debe surgir desde Puerto Rico. Debemos convocarnos en una Asamblea de Estatus. Es el mecanismo más democrático. Se eligen delegados de opciones de descolonización. Esos delegados servirían de intermediarios ante Estados Unidos para definir las responsabilidades y transición de cada opción. Luego los puertorriqueños volverían a votar por las alternativas que del proceso de diálogo y negociación surjan como viables, reales y definidas. Ese es el proceso que presionará a Estados Unidos a responder.

Los gobiernos PPD y PNP tienen por vocación patear la lata del estatus. Mientras en Puerto Rico no haya un gobierno comprometido con la descolonización, seguiremos dando vueltas a la noria.