Mi abuelo decía que  padecía de “morriña gallega”. Nunca entendí lo que quería decir, pero con el tiempo estos periodos se hicieron menos.  Sé que el trabajo espiritual que he realizado ha tenido mucho que ver, pero hay días en que ni a mis Budas les huelen las azucenas.

Hoy es uno de esos.  Creo que esta “morriña” es más hormonal que gallega, pero aun así, he decidido que para salir de ella me voy a enfocar en compartir con ustedes lo que usualmente hago cuando el pecho se me aprieta por razones que no puedo identificar.  

–Hay veces que, cuando tengo ganas de llorar, sencillamente lloro.  Me provoco el llanto pensando en algo  triste o viendo una película que sé  me va a dejar a lágrima, moco y baba. Suena masoquista, pero funciona.

–Hay veces que, cuando tengo ganas de llorar, entro a Facebook a leer las cosas que escribe la gente.  Me río en cantidad con los comentarios graciosos de algunos y las ridiculeces de otros. 

–Muchas veces, cuando tengo ganas de llorar, prendo incienso y respiro profunda y lentamente. En pocos minutos  siento como ese nudito, que me apretaba el plexo solar y se extendía hasta el pecho, se va disolviendo.

–Hay veces que cuando tengo ganas de llorar sé que tengo que soltar algún apego: un pensamiento, una emoción, una opinión o una expectativa.  Reconozco que, tan pronto decido soltar el control y dejar ir, me siento mucho mejor. 

–Hay veces que cuando tengo ganas de llorar me da con llamar a alguien que está pasando por un momento difícil.  El sentirme útil y poder darle una palabra de aliento a otros me saca de mi tristeza porque me recuerda mi propósito.  

Espero que cuando te den ganas de llorar te acuerdes de mí y de mis loqueras, pero sobre todas las cosas, que recuerdes que no estás solo.   

Preguntale a Lily 

Tú preguntas

Acabo de perder a mi esposo y padre de mis tres hijos. Es un dolor tan profundo que no puedo ni explicarlo. ¿Alguna vez se irá este sentimiento?

Yo te respondo

El recuerdo de ese ser que amaste siempre estará contigo, pero el dolor sí se irá aliviando con el tiempo.  Vive un día a la vez sin ponerte presión y procurando disfrutarte las cosas como son, aun cuando no sean perfectas. Es lo que él querría para ti.