¿Se han dado cuenta de cuántas películas y series de apocalipsis y zombis se están produciendo últimamente? En la de Tom Cruise, la población del planeta es prácticamente exterminada por unos extraterrestres. En la de Brad Pitt, la mitad de la población se convierte en zombi. Y, en la de Will Smith, es sálvese quien pueda en un mundo salvaje.

A veces pienso que nos encanta fantasear con la idea de un mundo mucho peor del que tenemos ahora porque, de esa manera, el que tenemos no nos parece tan malito. Si bien es cierto que cabe la posibilidad de que nos encontremos un día matándonos unos a otros por agua y comida, me aterra más pensar que estemos exterminando nuestra capacidad para desarrollar la empatía y la compasión en nuestras vidas diarias.

Creo que, en vez de preocuparnos por los zombis y los extraterrestres, debemos comenzar por observar a esos humanos comunes y corrientes que se comportan un poco como zombis y extraterrestres. Yo defino como extraterrestres a aquellos que buscan destruir lo que no entienden, todo lo que les resulte retante, o que no quieren aceptar. Esos son los que caminan por ahí creyéndose mejores que los demás y pensando que tienen la verdad de su lado. Son dignos de compasión porque carecen de ella. Y una persona que no conoce la compasión jamás podrá ser feliz.

Hay muchos zombis también deambulando el planeta. Los vemos en nuestros centros de trabajo, vecindarios, y hasta en nuestras familias. Viven constantemente hambrientos de fe, alegría, ilusión y pasión. No creen en nada y desconfían de todo y todos. Son dignos de compasión porque han olvidado quiénes realmente son, seres espiritualmente divinos caminando temporeramente en cuerpos físicamente mortales.

Celebremos el planeta que tenemos todavía, sin perder de perspectiva la necesidad de vivir siempre conscientes de que lo único que lo puede salvar es la compasión que podamos sentir unos hacia otros. A todo lo demás nos podemos adaptar.