Baraka: patrimonio fílmico de la humanidad
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Se suele decir que una imagen dice más que mil palabras. Si es así, las imágenes contenidas en la cinta “Baraka” podrían llenar una enciclopedia.
El documental experimental -filmado en 1992 durante 14 meses a través de 24 países por un equipo de tres cineastas- trasciende las barreras culturales, lingüísticas y religiosas para exponer al espectador ante la grandiosidad de la Tierra. Desde sus paisajes más maravillosos y las metrópolis más modernas, hasta sus lados más pobres y los rostros abatidos de aquellos que sobreviven en ellos, el largometraje es posiblemente el mejor retrato de nuestro planeta que se haya grabado en celuloide.
Desprovisto de cualquier tipo de diálogo, el poder de “Baraka” recae mayormente en su espléndido aspecto visual. La cámara del director Ron Fricke –quien fungió como cinematógrafo y editor de un filme muy similar titulado “Koyaanisqatsi”- proyecta al público imágenes extraordinariamente bellas, esto a pesar de lo dolorosas que puedan ser algunas de ellas.
La película comienza con un tiro de unas imponentes montañas para luego pasar a una de mis escenas favoritas. En medio del invierno japonés, un mono se baña en las aguas termales, transmitiendo un paz tan profunda que prepara el camino para el resto del primer acto, dedicado a las religiones del mundo.
Desde la Meca musulmana hasta los espectaculares interiores de una iglesia cristiana ortodoxa; desde el Muro de las Lamentaciones hasta un templo budista y los cánticos de una tribu indígena, Fricke nos demuestra lo similares que somos la mayoría de los humanos en nuestras creencias en un poder superior, a la vez que nos invita a reflexionar sobre nuestras diferencias y aceptarlas sin prejuicios.
De la religión pasamos a los paisajes naturales, como el Gran Cañón de Colorado, los volcanes, las cataratas del río Amazonas, las junglas que lo rodean y los indios que aún habitan allí. La transición de la majestuosidad es estas localidades al caos de las ciudades es marcado por la caída de un árbol cortado por una sierra eléctrica en medio de un bosque.
Fricke apresura el ritmo al llegar a las metrópolis. En unas tomas filmadas en la ciudad de Nueva York y en Tokio, el cineasta acelera la edición para subrayar el caótico estilo de vida que llevan los ciudadanos. Cómo, al igual que la fábrica de piezas de computadoras que aparece en la cinta, los movimientos de los vehículos y las personas dentro de estas junglas de concreto parecen formar parte de una enorme máquina.
Si por un lado está la elite económica, por el otro lado están los que trabajan por una miseria o –pero aún- viven de sus desechos. En una de las escenas más desgarradoras de “Baraka”, el director nos presenta como decenas de personas, desde niños hasta ancianos, rebuscan entre montañas de basura, en medio de una peste inimaginable, para encontrar comida, vestimenta u otra cosa de valor para ellos, mientras aguardan por la llegada del próximo camión de desperdicios.
“Baraka” concluye su ciclo regresando a la espiritualidad. Presenciamos un funeral en el río Ganges de la India, un ritual budista y los interiores del Vaticano y otros templos sagrado, antes de llegar a la noche. El filme termina en un mar de estrellas y por un instante no podemos creer que existan tantas en el cielo.
Si nunca ha visto este extraordinario documental, ahora es el mejor momento para hacerlo. El martes salió a la venta en una nueva edición restaurada que resalta su belleza estética, en especial la versión Blu-Ray. El disco constata las fortalezas de éste formato digital y la calidad visual es tan impresionante que a veces uno se cree que sería posible tocar las imágenes que aparecen en la pantalla del televisor.
En la antigua lengua sufi, baraka significa la esencia de la vida de donde surge la evolución. A la misma vez, para distintas culturas alrededor del mundo, la palabra significa una bendición. Para quienes vean la cinta “Baraka”, la palabra representará una experiencia cinematográfica y espiritual, única e inolvidable.