“Bésame. Bésame como si fuera la última vez”, le ruega “Ilsa” a “Rick” durante el romántico interludio  parisiense  en el clásico Casablanca. Sólo una de las decenas de frases célebres del filme y de la historia del cine.

Ese famoso beso entre Humphrey Bogart y Ingrid Bergman pertenece a  la Era Dorada de Hollywood,  cuando  el beso constituía la máxima muestra de afecto que se podía proyectar en la pantalla. Las escenas sexuales estaban explícitamente prohibidas por el código que regía a los estudios, por lo que los directores de la época debían ingeniárselas para expresar la pasión entre dos amantes e -incluso- insinuar lo que podría acontecer  después del beso.

Los primeros y escandalosos besos

La primera vez que fue capturada en celuloide la unión de dos pares de labios fue en el cortometraje de 20 segundos The Kiss (1896) en el que figuran dos actores simplemente dándose un beso. Hecha por la compañía de Thomas Edison, la cinta fue tildada de “asquerosa” en aquellos años y el público pidió su censura. Sin embargo, eso no fue nada. Treinta  años después,  la película Don Juan grabó 191 besos y, desde entonces, mantiene el récord de la mayor cantidad de besos en un mismo  largometraje.

En 1927, Wings, primer filme en ganar el Oscar de mejor película, también fue pionero en mostrar el primer beso entre dos hombres, en la escena en que un soldado se despide de su moribundo compañero en el campo de batalla. Mientras, en 1930, la actriz alemana Marlene Dietrich, hizo su escandaloso debut en Hollywood al besar a una mujer en los labios en la cinta Morocco.

Sin embargo, los escándalos por besos entre dos personas del mismo sexo no son cosa del pasado. Tan reciente como  en 1999, el beso lésbico en Cruel Intentions causó conmoción entre los espectadores, al igual que hizo seis años después  Brokeback Mountain (2005) con varios besos entre dos vaqueros. 

Posiblemente,  el beso más iconográfico en la historia del medio fue el que compartieron en 1953  Burt Lancaster y Deborah Kerr en From Here to Eternity.  Para aquél entonces, la erótica escena era prácticamente pornografía, al mostrar a los actores en la playa, luciendo únicamente un traje de baño, mientras son acariciados  por las olas del Océano Pacífico.

El beso ya no es todo

Con la llegada de los años 60 y la revolución sexual, el beso perdió un poco de su romanticismo, aunque aún era capaz de causar conmoción, tal y como demostró Guess Who's Coming to Dinner en 1967. Fue el primer filme comercial en exponer un amor interracial entre Sidney Poitier y Katherine Houghton, limitándose a enseñar tan sólo un beso entre ambos a través del espejo retrovisor de un automóvil.

También vale destacar quizás el beso más famoso entre especies en el clásico de ciencia ficción Planet of the Apes (1968) en el que Charlon Heston besa en la boca a una simia, interpretada por Kim Hunter.

Entre los besos más memorables de esos años, se encuentra el presentado en la  escena final de Breakfast at Tiffany's (1961) entre Audrey Hepburn y George Peppard. El  “beso en la lluvia” ha sido imitado desde entonces un sinnúmero de veces en el cine, pero de  manera singular en el filme Spider-Man (2002) en el que el intrépido superhéroe besa a “Mary Jane”  mientras cuelga al revés de una telaraña. 

La magia del beso

No hay nada como la inocencia de  ese primer beso. Sea en la proa de un navío como hicieron “Jack” y “Rose” en Titanic (1997), en tú cumpleaños número 16 con el chico de tus sueños como recuerda como el filme de John Hughes Sixteen Candles (1984), junto a tu amor infantil en My Girl  (1991) o por medio de un spaghetti en el clásico animado de Disney Lady and the Tramp (1955), esa primera expresión son momentos inolvidables del séptimo arte. 

Pero además están los besos que cargan con ellos otro tipo de poder, como los que devuelven la vida (Sleeping Beauty, 1959, y los que hacen olvidar (Superman II, 1980), así como los que estuimulan el recuerdo (Wall-E, 2008), y también los que presagian la muerte, como el beso que le planta “Michael Corleone” en los labios a su hermano “Fredo” en The Godfather: Part II (1974).

Lo cierto es que, a pesar de que ya no es un tabú cinematográfico, un buen beso aún transmite grandes emociones al espectador,  tal y como demuestra la escena que concluye la maravillosa cinta italiana Cinema Paradiso (1988), compuesta por un maravilloso montaje de besos que tuvieron que ser editados por el proyeccionista “Alfredo”. La nostálgica secuencia -al ritmo de la sublime música de Enno Morricone-  es la más preciosa carta de amor que se le haya podido dedicar a la magia del beso en toda la historia del cine.

¿Cuáles son para ustedes los besos más memorables del cine?