Los distintos estilos de animación así como la cultura pop de oriente y occidente chocan enérgicamente en Big Hero 6, la nueva cinta familiar de Disney que toma la popular moda de los superhéroes, la baña en las idiosincrasias del anime japonés, le aplica una capa de llamativos colores y la ofrece en bandeja de plata a los niños y niñas que seguro la consumirán con beneplácito (relax, adultos, ustedes también). Esta es una divertida producción en la que lo que escasea en originalidad lo compensa con una tremenda dinámica de grupo y un personaje que muy bien podría convertirse en uno de los íconos contemporáneos del estudio.

Big Hero 6 se basa en un no muy conocido cómic de Marvel que publicó inicialmente en el 1998 y diez años más tarde se lanzó como una miniserie. Mientras sus protagonistas han sido alterados para su adaptación a la pantalla grande –infantilizando algunos y removiendo otros por problemas de derechos-, en esencia la película adopta al dedillo las historias de origen de Marvel Studios que hemos visto en los últimos años, presentándole un nuevo equipo de superhéroes juveniles a un público que ha evidenciado con los recaudos en taquilla que aún no se ha cansado de ver al planeta ser rescatado una y otra vez de las fuerzas del mal.

La trama se desarrolla en la ficticia ciudad de San Fransokyo, básicamente como se vería San Francisco si una tienda de manga y animación japonesa hubiese estallado en su centro: las empinadas calles están adornadas por árboles de flor de cerezo, los letreros están escritos en kanji y las columnas del puente de Golden Gate se asemejan al tope de un portal nipón. Sus habitantes, sin embargo, son multiculturales, y los integrantes del grupo que figura en el título son una refrescante prueba de esta bienvenida diversidad que no solo le abre sus puertas a otras etnicidades, sino al sexo opuesto que tanto ha sido marginado en las ofertas cinematográficas de esta índole.

El héroe principal es “Hiro Hamada” (Ryan Potter), un brillante jovencito que a su temprana edad demuestra una increíble afinidad para la robótica. Su hermano mayor, “Tadashi” (Daniel Henney), comparte su pasión por la ciencia y la tecnología, por lo que lo invita a visitar la universidad en la que colabora con otros brillantes estudiantes con quienes construye asombrosas invenciones. Una de ellas lo es “Baymax” (Scott Adsit), un robot inflable diseñado para la enfermería que parece ser el producto de la fusión entre el muñeco de las llantas Michelín y el humor físico del cineasta francés Jacques Tati. Usted seguramente ha visto a "Baymax" en toda la publicidad de Big Hero 6, y existe más de una muy buena razón para ello.


“Baymax” es el mejor compinche que ha creado Disney desde el Genio de Aladdin, aunque en el polo opuesto de temperamento. El robot pipón posee el corazón del “Iron Giant” de Brad Bird: ingenuo, curioso y predispuesto a ayudar al prójimo. Esta cualidades son fundamentales para la relación central que nace entre él y “Hiro” una vez “Tadashi” muere en un siniestro y el apenado hermanito se topa con una misteriosa figura -vestida de negro y con una máscara de kabuki- que parece haber estado detrás del mortal incendio. “Hiro” reprograma a “Baymax” y le imparte las destrezas de Mazinger Z, armándose de un poderoso robot de combate que nunca pierde su bondad.

La muerte de “Tadashi” es el catalítico que impulsa la película hacia lugares familiares. La historia escrita por Jordan Roberts y Don Hall –quien también funge de director junto a Chris Williams- recorre prácticamente todos los puntos conocidos hasta la saciedad que caracterizan las cintas de superhéroes, con todo y una espectacular batalla culminante que se desarrolla en una metrópolis alrededor de un portal azul que debe ser cerrado (cineastas, por favor, engaveten ya este cliché). El largometraje, sin embargo, gana muchos puntos a su favor a través de la claridad y buena ejecución de sus secuencias de acción y –sobre todo- la relación entre los personajes.

Mientras que en el resto de las producciones de justicieros enmascarados dominan los hombres anglosajones, Big Hero 6 abarca un espectro étnico mucho más amplio. El diseño de “Hiro” se inspira en los asiáticos, igual que el de “Go Go” (Jamie Chung), otra genio que diseña unas ruedas magnéticas que se convierten en sus armas de combate (las habilidades de los héroes son variadas y bastante originales); la latina Génesis Rodríguez presta su voz a “Honey Lemon”, una efusiva adolescente experta en la química; Damon Wayans Jr. hace de “Wasabi”, un musculoso negro con navajas de láser tan filosas como el adamantium de “Wolverine”; y el comediante T.J. Miller se encarga de expresar el furor fanático como el amante de los cómics que no ve el día en que pueda convertirse en un superhéroe.

Por separado no son más que un bonche de nerds, pero es su pasión por la ciencia lo que los une y los lleva a formar Big Hero 6. Más allá de los poderes que adquieren, Disney celebra esta fijación por los estudios y por expandir el conocimiento y la presenta como su propio súper poder, inculcándo a los jóvenes espectadores que esto puede ser tan cool como volar por los aires, ser ultra veloz o tener tu propio robot guerrero. OK… quizá no TAN cool como tener tu propio robot guerrero, pero casi casi.