Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Jeff Bridges pertenece a un puñado de artistas en cuyas actuaciones siempre podemos contar. A veces -incluso- lo daamos por sentado, restándole un poco de aprecio a su constantemente excelente trabajo frente a las cámaras a través de cuatro décadas.
Su actuación en el drama Crazy Heart llega hoy a la Isla tras recibir varios prestigiosos premios y la cuarta nominación al Oscar para el actor, una que muy bien se podría -y se debería- llevar. Estas circuntancias elevan las expectativas de lo que el público verá en pantalla y podrían prejuiciarlo, por lo que le sugiero -por más difícil que sea- que se olvide por dos horas de todas las estatuillas doradas con las que ha cargado Bridges y simplemente se deje llevar por su excepcional interpretación del cantante de música country “Bad Blake”.
En su debut cinematográfico, el director y guionista Scott Cooper nos acerca a la figura de “Blake” presentándonoslo en el punto más bajo de su carrera artística. Alcohólico, fumador compulsivo y con sobrepeso, “Blake” ha visto pasar mucho tiempo desde que probó por última vez lo que era el éxito. Ahora se dedica a tocar en barras de mala muerte las mismas canciones con las que se dio a conocer. Sus letras las conoce tan bien como las arrugas en su rostro.
Sus presentaciones lo ponen en contacto “Jean”, una joven reportera (Maggie Gyllenhaal) que le roba el corazón. La mujer, madre de un niño de cuatro años, conoce el tipo de hombre que es “Blake”, pero aun así le permite entrar a su vida, confiando a ciegas en sus sentimientos.
La relación que nace entre “Blake” y “Jean” conforma el centro de Crazy Heart, precisamente el aspecto más débil del largometraje. Mientras el guión de Cooper -basado en la novela de Thomas Cobb- desarrolla a plenitud el personaje de “Blake”, no ofrece suficiente información al espectador sobre el pasado de “Jean” y la limita meramente a ser el foco de su afecto. Por lo tanto, la relación entre ambos jamás resulta creíble y le resta peso emocional a la trama.
Afortunadamente, Cooper cuenta con el increíble talento de Bridges, quien también canta en varias escenas y eleva por sí sólo el filme más allá de su trillado argumento, llevándonos a olvidar otras películas muy similares pero menos memorables.
Mención aparte merecen las pequeñas pero loables intervenciones de Colin Farrell y Robert Duvall, además de la música del filme. En especial, el maravilloso tema “The Weary Kind”, de Ryan Bingham.
Desprovisto del trabajo de Bridges, Crazy Heart pasaría al olvido, pero su actuación es así de buena, tanto así que este servidor -ajeno a que se trataba de una novela y a la música country- creyó que “Bad Blake” era un cantante de verdad. En Internet descubrí que no era así. La magia yace en que Bridges lo hace real.
Los dejo con la bella canción "The Weary Kind", que ya cuenta con mi voto para ganar el Oscar.