Siempre supe que tarde o temprano iba a ocurrir. Pixar, el aclamado e infalible estudio de animación, ganador de múltiples premios Oscar y el niño querido del público y los críticos por igual, en algún momento iba a dañar su récord perfecto. Cars 2, estrenada el pasado jueves, representa ese manchón en la prestigiosa filmografía de Pixar que hasta ahora había sido fiel a su lema “story comes first”. Sin embargo, en esta ocasión, “story” tomó un “backseat” en favor de “money”.

Mientras veía la película ayer, domingo, el gran problema se me hizo evidente durante una escena cerca del punto medio del filme. “Mater”, el camión de remolque que protagoniza esta secuela, se encuentra a bordo de un avión junto a “Finn McMissile” y “Holley Shiftwell”, la pareja de espías británicos que confunden a “Mater” por un agente secreto estadounidense. En cuestión de segundos, “Mater” cambia de apariencia varias veces mientras prueba una tecnología para camuflajearse. Lo vemos como un camión vendedor de tacos, un vampiro, disfrazado de alemán, como un “funny car” y como un camión de remolque italiano, entre otros.

Es obvio. El objetivo de Pixar -tomando una lección de uno de sus fundadores, George Lucas- no es la historia, sino la venta de juguetes. Esa secuencia con “Mater” aseguraba la venta de cinco versiones adicionales de su juguete. Cinco carritos, a $4.99 c/u, multiplicado por los millones de niños que verán la película = millones de $$$$. Del mismo modo que Lucas colmó cada encuadre de sus olvidables precuelas de Star Wars con cientos de insignificantes personajes, Pixar estaba haciendo lo mismo. Cars, en términos de venta de mercancía, ha sido la cinta más lucrativa del estudio, y es muy probable que Cars 2 la supere.

La primera Cars siempre fue para mí la película más floja del canon de Pixar, pero al menos tenía algo que decir con su historia de humildad, amistad y nostalgia por una época pasada. Concentrada en el microcosmos de Radiator Springs, en el desierto estadounidense, los personajes tenían espacio para crecer y desarrollar la trama satisfactoriamente. Con Cars 2, el director John Lasseter –jefe creativo de Pixar y Disney- comete el mismo error de la mayoría de las secuelas queriendo hacerlo todo más grande, con más personajes y más hilos narrativos en una escala global, por lo que la historia se diluye.

“Lightning McQueen” queda relegado a un segundo lugar ante “Mater” y su accidentada misión como un supuesto espía. “Mater” fue un buen personaje secundario en la cinta original, sin duda el más memorable, y forzarlo aquí como protagonista no funciona. El homenaje que Lasseter pretende rendirle a las películas de espionaje se realiza de manera torpe, con el  resultado de un filme de acción promedio, y dentro de los estándares de calidad que estamos acostumbrados a esperar de Pixar, “promedio” equivale a “mediocre”.

Para ser una producción que aspira a ser una excitante aventura, Cars 2 es bastante aburrida. La animación es maravillosa, repleta de colores, una fabulosa dirección artística y hecha con la misma eficacia que se espera del estudio. Pero en términos de emociones, la cinta se torna repetitiva debido a la estructura que adopta con el Grand Prix que lleva a “McQueen” a competir alrededor del mundo mientras “Mater” lleva a cabo su misión. Las carreras podrán verse increíbles, pero luego de varias vueltas, hasta mi hijo se empezó a aburrir.

Decir que salí decepcionado del cine, sería poco. Quería viajar dos horas para atrás en el tiempo y regresar a vivir en una realidad en la que Pixar no sacrificaba la historia por mercadeo. Espero que el dinero que recauden de esta película les sirva para desarrollar ideas originales, porque a pesar de su pésima recepción por parte de la crítica (Cars 2 es la primera película de Pixar en recibir un promedio “podrido” en rottentomatoes.com, con un 33%), no dudo que el largometraje se convierta en un monumental éxito económico para el estudio. La mejor prueba de ello la obtuve esta mañana cuando mi hijo -vistiendo su nueva pijama de “Finn McMissile”- me recibió con estas palabras tras despertarse:

“Papá, tenemos que ir a comprar los carritos de ‘Mater’”.

“¿Cuáles?”, le pregunté.

“¡TODOS!”.

“Buen trabajo”, Pixar.

P.D. Se me olvidó mencionar lo mejor de Cars 2: el cortometraje de Toy Story que la precede, titulado Hawaiian Vacation.