Las noticias policíacas que se ven, escuchan y leen a diario, son capaces de deprimir a cualquiera. A veces son tan insólitas que cuesta trabajo aceptar su terrible veracidad. Hay quienes ya ven a las víctimas como una cifra más en la lista de muertes, mientras existen otros que todavía comparten la idea de que todo puede mejorar. ¿Pero hasta cuándo se pueden aferrar a ese optimismo sin que éste sucumba ante los titulares del próximo día?

“No puedes detener lo que se avecina”, le asegura al viejo sheriff “Ed Tom Bell” su aún más viejo tío “Ellis”, interpretado por el veterano actor Tommy Lee Jones en un pequeño pero memorable papel. “Bell” pertenece a ese último grupo de personas confiado en que la buena naturaleza del ser humano prevalecerá. Sin embargo, sus décadas de servicio ejerciendo la ley han ido lentamente quebrantando -no sólo su percepción del futuro- sino también sus creencias en un orden divino.

Ese nihilismo está presente a lo largo de “No Country for Old Men”, la mejor película de los famosos hermanos Ethan y Joel Coen dsde su aclamada “Fargo”, cuya tétrica visión del mundo se alimenta de la maldad que gira en torno a “Anton Chigurh”, un metódico e inescrupuloso asesino a sueldo, encarnado excepcionalmente por el español Javier Bardem, en un papel que marcará su carrera artística.

Basada en la novela homónima de Cormac McCarthy, la trama comienza con una desastrosa transacción de drogas en el desierto entre México y Texas que culmina con la muerte de todas las partes envueltas. A esta fatídica escena llega por accidente “Llewelyn Moss” quien encuentra un maletín con los 2.4 millones de dólares que serían intercambiados por narcóticos.

Al acecho de esta fortuna se lanza “Chigurh”, cuya eficacia al realizar su trabajo es tan certera como la muerte. En medio de este juego del gato y el ratón, se halla “Bell”, esperanzado en salvar la vida de “Moss” y motivado por una mórbida curiosidad por descubrir la identidad del imparable asesino.

La cinta maneja muy bien el suspenso y mantiene elevados los niveles de tensión en el público durante la mayor parte de su duración. Los Coen hacen un uso formidable del silencio –el filme carece de una banda sonora- específicamente en escenas como en las que el más mínimo ruido significa la vida o la muerte para “Moss”.

El elenco lleva a cabo un trabajo de primera. Jones, en cuya filmografía se destacan varios papeles similares, tiene a su cargo ganar la empatía de los espectadores al estar flanqueado por la avaricia de “Moss”, protagonizado adecuadamente por Josh Brolin, y el salvajismo de “Chigurh”.

Sin duda alguna es este último quien se roba la atención del filme. El personaje está encaminado a enlistarse dentro del selecto grupo de los villanos más temidos del celuloide gracias a la formidable transformación de Bardem quien hace ver a “Hannibal Lecter” como “Forrest Gump”.

El largometraje concluye tal y como comienza, escuchando una anécdota del abatido “Bell”. Algunos lo llamarán anti-climático, pero el contenido de ambos pensamientos invita a reflexionar sobre los acontecimientos del filme y como éstos se reflejan en la sociedad. Después de tanto pesimismo, todavía quedan algunos trazos de esperanza… por lo menos hasta que vuelva a ver las noticias.