No se ponga muy cómodo que voy al grano: Apollo 18 es uno de los peores estrenos del 2011, realizado incompetentemente frente y detrás de las cámaras por cineastas sin aparente dominio de sus respectivas artes. Es tan mala que ni siquiera va perdiendo gradualmente nuestra atención, sino que nunca la capta. A menos de cinco minutos de haber comenzado, el aburrimiento se asienta. Todo se pone peor después de eso.

El filme es el más reciente ejemplo del “found footage”, como las cintas de Paranormal Activity, pero es aun más tedioso que esos inexplicables éxitos taquilleros. Mientras películas como The Blair With Project y Cloverfield se han destacado dentro de este género, principalmente porque se esmeraron por contar una historia, Apollo 18 -al igual que Paranormal Activity- funciona como un juego de “Where’s Waldo?”: pretenden que el espectador no parpadee mientras observa fijamente las estáticas imágenes buscando el monstruito que aparece y desaparece en un abrir y cerrar de ojos.

Sobre esto se construye todo su andamiaje y Apollo 18 repite la misma estúpida e inefectiva receta, sólo que en esta ocasión nos lleva a la Luna. El largometraje comienza explicándonos cómo la NASA oficialmente se quedó en la misión 17, pero que hubo otra que mantuvieron en secreto. El material que veremos se edita de sobre 84 horas de grabación de las cámaras del Apollo 18 e, incluso a sabiendas que todo esto es ficción, aún así se siente una gran pena por el pobre infeliz que haya tenido que editar semejante basura.

Lloyd Owen y Warren Christie interpretan a los dos astronautas protagónicos que llegan a la Luna para llevar a cabo su misión. Al segundo día, comienzan a ser atacados por criaturitas diminutas que parecen piedras lunares, pero no se preocupe por verlas muy bien porque el director Gonzalo López-Gallego no quiere que las vea, sólo que sepa que andan por ahí  y que hay que tenerles miedo. El cineasta no aprovecha la claustrofobia inherente en esta situación. Sólo aspira a asustar con lo invisible.

Tampoco espere entender lo que los astronautas dicen, al menos que la copia tenga subtítulos, porque los filtros que usan para que parezca una antigua transmisión de audio hacen que éste sea mayormente incomprensible.

El porvenir de la tripulación jamás es importante. El punto de la gran mayoría de las cintas tipo “found footage” es que el material fílmico es el único testigo de lo que ocurrió, pero aquí no es posible disfrutarse ni compartir la angustia de los personajes. Cuando uno de ellos comienza a gritarle a las cámaras “STOP WATCHING US!!” no se sorprenda si usted acepta su pedido y se marcha de la sala.

La fecha de estreno de Apollo 18 fue pospuesta cinco veces durante este año, lo cual siempre es un indicador del nivel de confianza que el estudio tiene sobre un proyecto. Debieron posponerla una vez más. El 31 de febrero, del año que les diera la gana, habría sido ideal.