“Sexy” sería una de las palabras que mejor describiría el filme de Edward Zwick, Love and Other Drugs, que se encarga de mostrar una sustanciosa cantidad sexo entre sus protagonistas -dos muy desnudos y atractivos Anne Hathaway y Jake Gyllenhaal- durante la primera mitad de esta cuasi comedia romántica.

Digo “cuasi” porque la película da un giro de 180 grados hacia lo dramático cerca del punto medio con el desarrollo de una enfermedad que no ha sido tan popular en el cine como el cáncer o el sida: el mal Parkinson.   La mención de la degenerativa condición llega temprano en la trama, para proyectarse como una enorme nube negra en el horizonte que sabemos tarde o temprano afectará la relación entre los protagonistas.

Gyllenhaal interpreta a un propagandista médico que intenta abrirse camino dentro de la profesión para alcanzar un puesto más alto, mientras que Hathaway es la mujer brutalmente honesta con la que forma una relación puramente carnal hasta que nace el amor. Todo es sexo sin compromiso... hasta que llegan las lágrimas.

El guión, escrito por Zwick y Charles Randolph -basado en el libro Hard Sell: The Evolution of a Viagra Salesman-, trata de establecer una crítica de la industria farmacéutica del mismo modo que Jerry Maguire lo hizo con los agentes deportivos, pero ese discurso es un estorbo en el desarrollo de la relación entre los dos amantes.

Del mismo modo, hay un desbalance tonal entre la primera mitad del filme y la segunda, transición que pudo ser mejor trabajada para no pasar tan abruptamente de la  comedia al melodrama.

Ambas mitades funcionan por sí solas aunque con sus respectivos convencionalismos: la primera, como comedia romántica y, la segunda, como drama. Zwick, sin embargo, no halla la manera de hilvanarlas mejor y al final se siente como si fueran dos películas. Incluso aparenta ser más extensa de lo que es (112 minutos).

Con o sin ropa, la química entre Hathaway y Gyllenhaal es muy buena, especialmente en las escenas antes o después del coito, en las que se les nota cómodos y naturales. Esto  permite que se transmita  la honestidad de sus personajes cuando más expuestos están, tanto física como emocionalmente, logrando que su relación sea creíble.

La mezcla efectiva de géneros tan opuestos como el drama y la comedia no es fácil de conseguir. En su ambición por lograrlo, Love and Other Drugs acaba en un intento fallido de Zwick que no logra destacarse a plenitud en ninguno de los dos.