Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Es difícil crear tensión en una película sin que se sienta manipuladora y/o artificial. Es más difícil aún ir elevándola poco a poco al extremo de hacerla asfixiante, y, para la mayoría de los directores, es casi imposible sostenerla más allá del punto culminante de la trama.
Martha Marcy May Marlene, el estupendo debut cinematográfico del director Sean Durkin, traza un camino largo y deliberado, aunque sumamente cautivante, hacia ese clímax que no llega hasta su último e inolvidable recuadro. Es como si el joven cineasta fuera empujando lentamente al público hacia un precipicio y lo soltara justo antes de dejarle saber si cayeron o no.
Para algunos espectadores esto podría provocar cierto grado de insatisfacción. Comprensible, quizás, si esperaban un tratamiento convencional a una historia de horror que se ha trabajando múltiples veces en el género. Durkin no les da eso. Les da algo mejor. Ofrece una perspectiva distinta, más íntima y psicológica, a un escalofriante relato que muy bien se pudo convertir en otro filme más dentro del subgénero home invasion, como The Strangers, Straw Dogs, Funny Games o Secuestrados.
La propuesta es fascinante y la puesta en escena mejor aún. El director y guionista nos sumerge en la quebrantada psiquis de su protagonista -interpretada por Elizabeth Olsen, en una soberbia actuación-, una joven que tras vivir durante dos años en una abusiva secta, regresa a vivir con su hermana (Sarah Paulson). El daño, sin embargo, ya estaba hecho. “Martha” –o “Marcy May” o “Marlene”, de acuerdo a cuál etapa de su vida se encuentre- pierde gradualmente el control sobre la realidad a raíz de los trastornos sufridos dentro de ese culto.
Durkin, en un admirable dominio del medio para ser su primer largometraje, recrea la desorientación y demencia que agobian a “Martha” confeccionando una atmósfera muy similar para el espectador. Por medio de una excelente dirección –una que evoca a la del alemán Michael Haneke, el gran maestro contemporáneo en lo que respecta al manejo de tensión en pantalla- y la impecable edición de Zachary Stuart-Pontier, Durkin divide su narrativa entre el presente de “Martha” junto a su hermana y flashbacks a su pasado con la secta.
A medida que transcurre la trama, la división entre una realidad y otra se va haciendo más difícil de discernir hasta que nos sentimos tan perdidos y aterrados como la protagonista de que sus verdugos regresen por ella. La tensión va in crescendo, tornándose cada vez más insoportable hasta que nos consume tanto a “Martha” como al público, y culminar en uno de los mejores y más valientes finales que se han visto este año.
El guión plantea cuestionamientos interesantes sobre la identidad, la fragilidad de la sanidad mental y los cultos que como sociedad aceptamos y rechazamos. Los argumentos se expresan por medio de los personajes en conversaciones que nos llevan a cuestionar que tan correcto es el estilo de vida que llamamos "normal", material que se presta para esas discusiones que todo buen cinéfilo anhela una vez se encienden las luces de la sala.
Esta es una película expertamente construida por un cineasta que tan sólo comienza a desarrollar sus destrezas. La actuación de Olsen es toda una revelación, controlada e introspectiva, digna de todo el aclamo que la perseguido desde que estrenó en la pasada edición del Festival de Sundance. Igualmente extraordinario es John Hawkes como el líder de la secta, quien esconde a un Charles Manson detrás de una aparente serenidad que intimida incluso cuando está tocando la guitarra.
No hay una resolución en Martha Marcy May Marlene. No todo se explica, pero no es necesario. Las cosas se dejan en el aire intencionalmente. Habrá quienes la despachen con un mero “no pasa nada” aunque lo que sucede no podría ser más evidente. La increíble efectividad del filme yace en la latente expectativa de que algo malo va a pasar, y pasa, sólo que al final Durkin deja en nosotros decidir lo que pasó. Nos está invitando a ser espectadores activos. Insólito, lo sé.
*Si residen en Estados Unidos, la película estrenó la semana pasada en algunas ciudades, así que aprovechen si tienen oportunidad de verla. Si viven en Puerto Rico, la cinta se exhibió dentro del marco del Puerto Rico Horror Film Fest que culmina hoy. Dudo de que la traigan a Fine Arts, pero añádanla a sus listas de lo que no se pueden perder del 2011.