La estructura narrativa de One Day es lo que lo distingue del resto de los romances, y es bastante efectiva e innovadora. Esta adaptación de la novela homónima de David Nicholls -quien también escribió el guión- presenta el desarrollo de una relación entre dos amigos  a través de 20 años, pero sólo vemos lo que acontece cada 15 de julio.

Las estupendas actuaciones de Anne Hathaway y Jim Sturgess como la pareja protagónica elevan el material lo suficiente como para obviar las tendencias más trilladas del género a las que sucumbe el largometraje en su último acto. Por suerte, la directora Lone Scherfig evade -aunque no totalmente-  la trampa del melodrama con una coda muy apropiada y enternecedora. 

Por lo demás, One Day funciona como toda típica historia de amor en la que los enamorados quieren, pero no pueden estar juntos. Hathaway interpreta a la nerviosa e insegura “Emma”, quien conoce a “Dexter” (Sturgess) mientras ambos celebraban su graduación de universidad. Los dos terminan en el apartamento de ella para continuar la fiesta, pero acaban simplemente durmiendo juntos -con poca ropa- y estableciendo una amistad.

Los años pasan y los sueños de “Emma”  por convertirse en una autora se ven truncados por la realidad, teniendo que trabajar como mesera para pagar las deudas, mientras que “Dexter” se desempeña como un exitoso  animador de televisión. Vemos las altas y bajas de su relación, tanto entre ellos como con sus seres queridos, saltando de un año a otro y observando cómo el tiempo va cambiando las cosas, a veces para bien, otras, no tanto.

La forma como está construida la historia tiene en el espectador un efecto similar al del filme Memento: somos introducidos  a cada año abruptamente sin saber lo que ha transcurrido en los otros 364 días, por lo que tenemos que llenar los blancos mientras apreciamos la escena. La estructura sorprendentemente no le resta al desarrollo de la relación entre “Emma” y  “Dexter”, sino que la hace más interesante. El paso del tiempo no sólo se ve sino que se siente a través de los personajes. 

Hathaway es el corazón de la cinta, esto a pesar de que la trama se ubica más bien desde la perspectiva de “Dexter”. La joven actriz posee un carisma natural y una bondad innata  de la cual uno se enamora con facilidad. Su interpretación es genuina, tierna y emocionalmente satisfactoria. Sturgess es igualmente efectivo en su rol y la química entre ambos actores es uno de los mayores aciertos de la producción.

La dirección de Scherfig  está a tono con el material. La cineasta cuenta con una sensibilidad apropiada para capturar momentos íntimos, desarrollados por medio de diálogos, como demostró hace dos años con el excelente drama An Education. Esta nueva cinta se mantiene dentro de su zona de comodidad, por lo que no se presta para mostrar un crecimiento artístico de su parte, aunque su trabajo con los actores continúa siendo su mayor fuerte.

Como romance, One Day tiene todos los elementos esenciales para hacerlo uno de los nuevos favoritos de los fanáticos de este género, uno que en los últimos años ha sido dominado por las adaptaciones de los trillados libros de Nicholas Sparks que sólo persiguen provocar el llanto con sus melodramáticos novelones. Esta película por lo menos se gana nuestras lágrimas. Al final pecará de caer -predeciblemente- donde muchos otros han caído, pero su tropiezo no le quita impacto a la resolución.