Esas películas  de Scream... Cuánto se han vacilado los convencionalismos más abusados por el género del horror para luego realizarlos ellas mismas, como si por el mero hecho de señalarlos los hiciese menos trillados.

La primera, estrenada en lo que parece hace un siglo -1996-, se sintió fresca con su tratamiento pos moderno e introspectivo del género. Sus obligatorias -aunque, como suelen ser, innecesarias- secuelas, intentaron trabajar el ángulo de un filme dentro de un filme para continuar con la fórmula, pero no tuvieron el mismo impacto ni contaban con el aire de innovación de la original.

Ahora, 15 años más tarde, el director Wes Craven regresa a esta franquicia en lo que se vislumbra como un deseo  por revivirla para una nueva generación. Desconozco cómo vaya a resonar Scream 4 en un público contemporáneo, acostumbrado al torture porn  de series como Hostel y Saw, pero al menos en esta ocasión el guión de Kevin Williamson sí aparenta tener algo que decir con respecto a ese tipo de cine y los constantes reboots y remakes que llegan año tras año a la pantalla grande.

Claro está, no sería una entrega de Scream si la misma no se convirtiese en lo mismo que está criticando, por lo que este largometraje es básicamente Scream pero con un “4”. El hecho de que un personaje mencione uno por uno los títulos de los montones de  remakes de horror que hemos tenido en los últimos diez años, aunque gracioso -y en cierta forma preocupante-, no impide que esta película también lo sea.

Scream 4 se desarrolla una vez más en el pueblo de Woodsboro, años después de los asesinatos de la trilogía original. Los sangrientos crímenes perpetrados por los diferentes psicópatas con el disfraz de “Ghostface”, son legendarios entre los jóvenes que no eran más que infantes cuando ocurrieron.

 “Sidney Prescott” (Neve Campbell) regresa a su pueblo natal para promocionar su  libro en el que habla de su traumatizante experiencia con “Ghostface”, lo que marca el momento idóneo para que comience  una nueva serie de asesinatos. Como siempre, adivinar quién o quiénes son los asesinos es parte de la diversión

No se puede acusar a  la cinta de no ser entretenida. ¿Genérica?, sí ¿Reciclada? Definitivamente. Pero en comparación con las dos secuelas anteriores, Scream 4 es  una significativa mejora, aunque eso no sea decir mucho. El libreto de Williamson te mantiene interesado en descifrar el misterio y Craven lleva la trama a un paso ágil que ayuda levemente a perdonarle los clichés que tanto critica.

Con todo y su mirada introspectiva, Scream 4 es el más reciente reboot/remake/secuela en proyectarse en nuestros cines. Uno de los mejorcitos, claro, pero como entrada en la serie no aporta nada nuevo a ella. Divertida por pequeñas dosis, cómica cuando se mofa de sí misma y nunca verdaderamente escalofriante.