
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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No hay nada de malo con hacer de tu película un ejercicio técnico, siempre y cuando esto no vaya en contra del progreso lógico de la historia. En el caso de Silent House, que hace ver como si narrara unos escalofriantes hechos en tiempo real y en un ininterrumpido tiro de cámara de principio a fin, el estilo se interpone en lo que pudo haber sido una muy buena cinta de terror.
Dirigido por Chris Kentis y Laura Lau (Open Water), el filme es un remake de La casa muda, largometraje uruguayo del director Gustavo Hernández, que se hizo famoso en el 2010 precisamente por autoproclamarse como la primera película de horror en ser filmada en un extenso plano secuencia de 74 minutos. Hernández podrá jurar que así fue, aunque ciertamente hubo varios momentos en los que pudo ocultar un corte de edición. Kentis y Lau no pretenden declarar lo mismo y se limitan a decir que su versión está contada en tiempo real.
El problema con este acercamiento a esta historia en específico es que se interpone en la credibilidad de su desarrollo. La cámara nunca se aparta de “Sarah” – interpretada por Elizabeth Olsen-, una joven que acompaña a su padre y tío a una casa abandonada en el medio de la nada con el propósito de remodelarla y venderla.
Las ventanas están tapiadas, por lo que la casa es oscura incluso de día y tienen que andar con linternas, creando un ambiente idóneo para este género. “Sarah” explora la casa y extrañas cosas comienzan a ocurrir, desde visiones de una misteriosa niña hasta el amordazamiento de su padre por parte de un hombre encapuchado que ahora la acecha.
Durante su primera hora, Silent House incorpora elementos de subgéneros del horror como la casa embrujada y el “home invasión”, poniendo al espectador a cuestionarse qué es exactamente lo que está viendo. Al final introduce otro subgénero, al que verdaderamente pertenece, pero dependiendo de un giro que resulta difícil de tragar debido a la decisión de contar la historia en tiempo real.
Es inevitable hacer comparaciones con la cinta original, la cual trabajó ese giro de mejor manera y le dio a la protagonista razones más sólidas para las motivaciones y el desenlace de su personaje. En el remake, Kentis y Lau modifican el guión –quizá por miedo de pisar terreno rara vez tocado por producciones de Hollywod- e introducen un personaje innecesario y totalmente desechable que le resta impacto a la conclusión.
Silent House sí comparte el ritmo de La casa muda, uno muy deliberado, con pocas cosas en acción en la pantalla, excepto ver a Olsen angustiada y gimiendo. La película, por suerte, evita recurrir a los clichés del género, prefiriendo elaborar una tensa atmósfera que funciona hasta cierto punto. Cuando una película depende de un giro al final para ser efectiva, más vale que sea uno muy bueno. De lo contrario, no importa que lo que lo antecede haya sido interesante, todo ese esfuerzo se derrumba como una casa de naipes.